Una flecha meditada
, Antonio Rebollo acertó. Un silbido que detuvo la respiración de medio mundo y se encendió el pebetero olímpico. El fue el tirador de arco encargado de inaugurar los Juegos de Barcelona en 1992. En el libro Sofrología, olimpismo y deporte profesional, de Mariano Espinosa, el propio atleta refiere de esta forma su relación con la disciplina: "Media hora antes de salir al estadio, el entrenamiento sofrológico que realicé me aportó una enorme tranquilidad, sentida en todas las áreas de mi cuerpo, y una nueva, posibilidad, ¡la última!, de representarme mental y serenamente las secuencias a ejecutar hasta realzar el lanzamiento de la flecha. La vivencia que tuve al salir al estadio fue de no sentir la menor inquietud, una tranquilidad que, por dar una referencia, fue del 120 por 100 en el justo momento de tensar el arco, apuntar y soltar la flecha".
"Todo el mundo habló de si acertó o no, si cayó fuera o dentro del pebetero. Él lo hizo sin problemas. El presidente del COI, Samaranch, y el regatista Doreste se equivocaron en sus discursos y no hubo tanta historia"; sentencia Espinosa, entrenador sofrológico del tirador.
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