100 años y un día de cine
El centenario del séptimo arte, que debutó en la carrera de San Jerónimo pasa inadvertido
Una placa polvorienta es el único testigo. "El día de San Isidro se celebró en esta casa la primera exhibición del cinematógrafo para españoles", reza junto a la esquina del 32 de la Carrera de San Jerónimo. El cine cumple 100 años y un día sin que la ciudad recuerde oficialmente el acontecimiento. Es más, desde hace unos seis años el Ayuntamiento ni siquiera limpia los azulejos que traen a la memoria el debú del celuloide. Así lo afirma Simón Hernández Hernández, director del hostal Aguilar, uno de los cinco albergues de viajeros que ocupan el céntrico inmueble. "Aquí nadie trae flores. Tengo clientes que llevan 20 años viniendo y no saben que en esta casa se estrenó el cine. Claro que, a mi entender, la mayoría de los españoles tampoco lo sabe".Simón se resigna al olvido. Tampoco anda por la labor de sacarle brillo a la placa, instalada en 1946 entre dos de sus muchos balcones. Antes lo hacía el Ayuntamiento, ya que para la gente del hospedaje la tarea requiere difíciles equilibrios. Además al cabo del siglo, el 32 de la Carrera de San Jerónimo parece más consagrado a su tradición de hospedaje que a la cinematográfica.
Pero las dos van unidas. La primera sesión de cine se realizó en los bajos del edificio con vuelta a la calle de Ventura de la Vega, que entonces era el hotel de Rusia. Era "un local más bien bajo de techo y con columnas lo suficientemente separadas para no perturbar la visión ( ... ), estaba empapelado de negro", según ha relatado Carlos Fernández Cuenca. Los locales de la finca son ahora una tienda de tejidos y un restaurante chino.
Alexandre Promio, hombre de confianza de los hermanos Lumière -padres del invento cinematográfico-, fue el hombre del milagro. Trajo de Lyón los artilugios precisos para mostrar "las imágenes en movimiento mediante su reproducción a través de un aparato Lumière". Madrid iba a sufrir el asombro que ya había conquistado París, Bruselas, Roma o San Petersburgo. El 13 de mayo se organizó un primer pase privado. El estreno oficial llegó dos días después, en la festividad de San Isidro. La entrada costaba una peseta, y la sesión duraba unos 20 minutos. Entre las películas exhibidas, figura Salida de los obreros de la fábrica Lumière o Llegada de un tren a la estación, cinta que provocó el terror de los espectadores al verse arrollados por la locomotora. La familia real dio el visto bueno al invento el 12 de junio. El cine había triunfado.
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