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Crítica:CINE: UN HOMBRE SIN IMPORTANCIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una Prodigiosa interpretación

Lanzado hace 35 años por el gran éxito de la producción Sábado noche, domingo mañana (1960), de Karel Reisz, el prodigioso Albert Finney es uno de esos grandes actores que de vez en cuando aparecen en el Reino Unido. Dedicado en cuerpo y alma al teatro, no se prodiga demasiado en el terreno cinematográfico y cuando protagoniza una película es porque ve muchas posibilidades de hacer una de sus personales creaciones.Éste es el caso de Un hombre sin importancia, una cuidada producción británica rodada el año pasado que acaba de estrenarse con un mínimo de publicidad y que corre el peligro de pasar completamente desapercibida a pesar de su indudable calidad. Tanto por el trabajo de Albert Finney, como del desconocido realizador Suri Krishnamma y el tampoco nada famoso guionista Barry DevIin.

Situada la acción en Dublín, en 1963, narra la peculiar vida de un cobrador de un autobús de dos pisos. Solterón empedernido por fascinarle mucho más los hombres que las mujeres, pero sin estar dispuesto a admitirlo, desde hace años vive con su hermana. Mientras suena con dirigir esporádicas representaciones teatrales de La importancia de llamarse Ernesto, interpretada por sus vecinos y habituales viajeros de su autobús en un destartalado local de la parroquia.

"Salomé"

Un día sube a su autobús, entra en su mundo de carcamales de una cierta edad, una nueva viajera, una atractiva joven, inmediatamente queda fascinado, decide cambiar de obra de Oscar Wilde y hacer Salomé con ella de protagonista. Mientras se desarrollan los ensayos, sus adormecidos instintos sexuales se despiertan en medio de un ambiente puritano y catolicón para dar lugar a una pequeña revolución personal que le hace tomar nuevas decisiones y ver la vida de una manera diferente.

Rodada con gran habilidad por Suri Krishnamma, dentro del eficaz realismo puesto de moda por el cine inglés a principios de los años sesenta, pero que, a pesar de las tres décadas transcurridas, todavía sigue plenamente vigente, Un hombre sin importancia es una pequeña gran película que encierra excelentes interpretaciones de un amplio grupo de actores secundarios como Brenda Fricker y Rufus Sewell. Entre los que destacan Albert Finney, como el cobrador homosexual reprimido y Tara Fitzgerald, como la nueva viajera de su autobús que resulta ser muy diferente de lo que en un principio había imaginado.

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