"Superamos al primer Milan de Sacchi y al primer Barça de Cruyff"
Ángel Cappa. (...) Cuando aceptamos la oferta del Madrid la gente nos decía que no era el mejor momento. El Madrid venía de cuatro años malos.Jorge Valdano. Muchos decían que estábamos locos. Incluso lo decían los directivos del Madrid. Al finalizar la Liga vinimos a ver un amistoso Madrid-Boca Juniors. Fue un partido más bien pobre y hubo un desfile de directivos que más que felicitamos nos dieron el pésame: ¿"No os da miedo lo-que estáis viendo?" Pero salimos relativamente contentos. Vimos una actuación esperanzadora de Martín Vázquez, de Sanchis... Nos dimos cuenta de que había talento, sólo teníamos, que refrescarlo.
C. Además, la ilusión siempre es mayor que el riesgo...
V. En Tenerife sentí más miedo. Cuando leí la historia del club y repasé el calendario me entró una angustia tremenda. Había que remar contracorriente, se trataba de un equipo chico luchando por evitar el descenso y los invitábamos a atacar, a jugar hacia adelante. En Madrid era casi obligatorio apostar por el atrevimiento. El primer paso fue fortalecer el estilo desde el mercado. Por eso Quique, Redondo, Laudrup, jugadores con un talento excepcional. Luego, en la pretemporada de Suiza procuramos dar un mensaje que activara los ánimos de venganza.
C. Perdona. Y algo fundamental: que los chicos recuperaran el placer de jugar. Se lo habían quitado los entrenadores, que llamamos tacticistas, que los habían convertido en soldados.
Las charlas no duraban nunca más de 15 minutos al día. Fue importante marcar las pautas de convivencia. Para jugar de una manera determinada hay que aprender a vivir de una manera determinada. Les trasladamos pautas para vivir de una manera civilizada, pero siempre, como dice Menotti, invitándoles, no ordenándoles. Les ayudamos a adquirir un compromiso. Al tiempo que insistíamos en nuestro mensaje fuera de la cancha fuimos trabajando la táctica, perfilando nuestro estilo.
C. Los jugadores estaban muy preocupados con el tema del achique. Pensaban que era muy complicado e incluso habían hablado con compañeros del Tenerife.
V. En una semana se percibió en los defensas una sensación de alivio. Quique Flores dio el primer síntoma de calma. A los tres días de comenzar los ensayos exclamó: "¿Esto era todo?"
C. Otro mensaje que hubo que aclarar fue nuestro gusto por el toque. La gente confunde tocar y tocar con cierta frivolidad. Hubo que dejar claro que se trataba de jugar bien para ganar.
V. Ya sabes que ese es un mensaje que el periodismo pervierte mucho. Algunos piensan que divertirse jugando significa morirse de risa dentro de la cancha. Una vez que los jugadores entendieron cómo queríamos jugar, explicamos para qué jugábamos y qué significaba ponerse la camiseta del Madrid.
C. Fuimos con un sueño y todos acabaron compartiéndolo. Llegamos con una idea que fuimos desarrollando en los partidos amistosos. Siempre he pensado que la prueba más importante fue el Trofeo Bernabéu ante el Palmeiras.
V. Sí, pero en la pretemporada no estuvieron, Hierro y Luis Enriqué [a causa del Mundial]. El equipo fue tomando forma poco a poco. Por ejemplo, Zamorano tuvo una actitúd muy noble desde el primer entrenamiento. Una actitud muy visible, impresionable. Tenía la actitud propia de un hombre ofendido que quiere demostrar un montón de cosas. Al segundo día de estar en Suiza noté el efecto que había provocado en él unas desafortunadas declaraciones mías. Pasé cerca suyo y quise desactivar con una ironía esa desconfianza. Le dije: "Tú siempre te entrenas así o sólo cuando estás enfadado"?. Él contestó: "No, no, yo soy así". "Entonces seguramente vamos a llevarnos bien". Es una persona sin dobleces.
C. También nos echan en cara que no queríamos a Amavisca, pero hay que hacer una aclaración. Desde el primer momento lo único que dijimos es que venía de un equipo pequeño y había que ver cómo respondía en el Madrid. De ninguna manera dijimos que tuviera que irse.
V. Laudrup, otro de los nuevos, se integró totalmente desde el primer día. Su actitud fue intachable en el trabajo, y en el lado humano tuvo al mejor anfitrión posible: Michel. Compartieron habitación.
C. Venía de jugar en el Barcelona y en la selección siendo el último toque del equipo. No participaba de la elaboración de las jugadas. Con nosotros ocupa otra función, es un centrocampista de enganche y sí necesita participar de la distracción. Le costó adapatarse, pero ha sido el toque de distinción del equipo.
V. En el fútbol español Laudrup representa la fascinación. Ha sido tan importante lo que le quitamos al Barcelona como lo que hemos dado, al Madrid. Es un hombre que autoriza el buen gusto. Además, es contagioso.
C. Claro, ¡no se puede jugar al lado de Laudrup y darla de puntera!
V. Sigamos con la pretemporada. El primer debate que se generó fue quién iba robar balones en el centro del campo. Fue un debate generado por la prensa y algunos directivos del Madrid. Y, sin embargo, fueron las primeras dudas que despejamos. Nos costó menos conseguir una gran solvencia defensiva que la complicidad en el toque. Al principio nos sostuvo la defensa.
C. Luego, llegaron algunas decisiones importantes, como la suplencia de Michel en Lisboa o las ausencias de Butragueño.
V. Pero las decisiones nunca tuvieron la intención de demostrar la autoridad. Lo de Michel fue más impactante que lo de Butragueño. Este ya había conocido la suplencia. Con Martín Vázquez, Michel, Laudrup, el equipo, tenía el paso lento. Todos reclamaban la pelota al pie y sólo concentrábamos el gol en Zamorano. Por el tipo de jugador que es Laudrup necesitábamos gente que reclamara la pelota al espacio, que apareciera en posiciones de ataque, que se mostrara para que él tuviera dónde elegir. Si hubiera tenido alguna duda con Butragueño éste habría seguido jugando. Igual en el caso de MiChel. Cuando hay dudas sirve el historial.
C. Uno entrena a jugadores de fútbol, no a dioses o símbolos. Y, sobre todo, entrena a jugadores, no al mito. Entrenamos al Madrid, no somos los técnicos de Butragueño y mucho menos del mito.
V. Pero vamos a ver, si la historia tuviera más peso específico que la realidad, Butragueño sería suplente de Di Stéfano. Le tengo un afecto especial.
C. Hay una idea equivocada. Se piensa que la suplencia puede afectar a su condición de símbolo y eso es una anécdota inapreciable. Igual que Di Stéfano ni se acuerda de que jugó dos años en el Espanyol.
V. Butragueño hubiera precisado 10 partidos seguidos, pero el equipo necesitaba esos 20 puntos. Hay momentos donde la propia dinámica de la competición no te permite ese tipo de terapia. Hay jugadores que tienen un lugar en la historia y no en el equipo titular. El tiempo siempre vence.
C. También hubo grandes incorporaciones. Ahí está Raúl (...) Lo suyo empezó en un partido en Alemania ante el Karlsruhe. Lo vi por televisión.
V. Sí, sí, me acuerdo que al llegar fui a tu casa, abriste la puerta, nos miramos y dijimos al unísono: "¿Está claro, no?". En Alemania metió un gol, dio otro y participó en una jugada monumental, casi eléctrica. En el vuelo de vuelta vine atormentado. Me decía: 'Es una locura, esto es el Madrid, no podemos hacer esto'. Me daba miedo hasta que nos encontramos y... en Zaragoza a la cancha. En La Romareda le pasó lo peor que le puede ocurrir a un debutante. A los cinco minutos falló una ocasión clamorosa, luego, otras tres o cuatro, pero se vio que era inmune a la frustración. Al domingo siguiente le dimos la titularidad e hizo un gran partido ante el Atlético. Dio un gol a Zamorano y metió otro soberbio. Ese gol es la imagen del campeonato. La imagen del cambio.
(...) El peor trago fue a finales de año. Se convocaron elecciones, se perdió con el Odense y se lesionaron simultáneamente Michel, Laudrup y Redondo. La eliminación europea fue un golpe fuerte. Pero recuerdo que al terminar el partido me dijiste en el túnel de vestuarios: 'Esto es lo mejor que nos podía pasar, ahora no tengo ninguna duda, vamos a ser campeones de Liga'.
C. Estabas muy ofendido. Pero una derrota tan inesperada sirve para estimularte.
V. Todo aquello sucedió en diez días. Coincidió con la visita a Valladolid. Recuerdo que se me acercó un fotógrafo y me dijo: "Qué raro es ver calentar a este equipo, no parece el Madrid, parece un equipo cualquiera". Resultó que sin muchos titulares ganamos 0-5 en una de las actuaciones más sólidas de la temporada. Llegaron las vacaciones de Navidad y volvimos con el 5-0 al Barcelona.
C. Había que saldar una deuda enraizada en el corazón de los madridistas. Lo que más recuerdo de aquel partido fue la irrupción en el vestuario al término del primer tiempo de Michel, que estaba lesionado. Ganábamos 3-0 y Michel entró, tiró al aire las muletas y gritó: 'Hay que hacerles cinco, hay que hacerles cinco'. Todo el mundo se puso a gritar. Hasta jugadores tan fríos como Sanchis y Laudrup.
V. Ha habido otros días felices, que tienen que ver con nosotros mismos, no con el adversario. Recuerdo el partido de Logroño. La espera del encuentro con la radio encendida escuchando que el Deportivo y el Barcelona perdían. Se fue creando un clima de alegría, de confianza. Nos animábamos todos, nos reíamos todos, incluso de nosotros mismos. Recuerdo que les di un mensaje disparatado: "Tenéis que jugar con una locura razonable". Ja, ja, ja. En Logroño fue el primer día que me sentí campeón.
C. Yo tengo la imagen de Sevilla, era el primer partido y hubo gran euforia. En los momentos malos uno aprende por necesidad y nosotros aprendimos a disimular los impactos en Tenerife. La necesidad te obliga a vencer el fatalismo. En el último partido de Liga con el Tenerife nos jugamos la UEFA ante el Madrid sin Redondo y Del Solar. Aquí había más posibilidades y no hubo tanto fatalismo.
V. Hoy sabemos que Milla cubrió a lo grande la ausencia de Redondo, que era el eje de nuestro proyecto y que hasta ese momento había sido el mejor jugador del Madrid. A Fernando la gente le responsabiliza de algo de lo que que nos debía responsabilizar a nosotros. ¿Qué es lo que más le echan en cara? Juega demasiado atrás. Pero Redondo es un medio centro que tiene la obligación de asegurar el orden y establecer complicidades por cercanías con los dos centrales y tiene que ver el número en la espalda a los otros tres centrocampistas y, excepcionalmente, puede sobrepasar su posición. A Redondo se le pide más que a Milla.
C. La supuesta polémica Milla-Redondo se vio con indiferencia total en el vestuario. Por otra parte, la polémica jamás tuvo argumentos futbolísticos. Fue una polémica periodística. Nunca fue seria. Nadie dijo qué le faltaba a uno y a otro. Con Sanchis también hemos tenido un compromiso especial. Era difícil exigir a un jugador tan considerado, que ha ganado tantas cosas. Pero en la pretemporada sí le planteamos un desafío. Yo le dije: 'Pensamos que puedes ser el número uno en tu puesto. Piénsalo, porque si no, no tenemos derecho a exigirte, a perturbarte. Para ser el número uno hay que estar un poco loco, hay que estar todos los días pendiente del achique". Él respondió al instante: 'No, no hay nada que pensar, acepto'. También pensamos que Hierro era mejor complemento para Sanchis que Alkorta.
V. Alkorta se reivindica en cada entrenamiento. En ese sentido es especial. Hay otros casos legítimos, como el de Cañizares. Pero, evidentemente, su situación la tiene que resolver cambiando de actitud si se queda o cambiando de equipo. La respuesta de la plantilla siempre ha sido muy profesional. Es cierto que en el equipo ha existido la ansiedad por culpa del pasado. El propio Mendoza nos ha confesado que desde Tenerife no es el mismo aficionado. Dice que ahora con 2-0 no está tranquilo.
C. Para ser el primer año creo que el Madrid ha sido mejor que el primer Barca de Cruyff o el primer Milan de Sacchi. Pero todavía no somos un gran equipo. Simplemente, un buen equipo.
V. Ahora hace falta un paso más largo para ganar en Europa: enriquecer la plantilla.
C. Por ejemplo, fichando a... ¡ehhh! Cuidado.
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