Niños
El gran músico Rostropóvich se preocupa por la infancia y da conciertos con el fin de recaudar dinero para atenderla. El gran maestro Rostropóvich es partidario de la intervención de Yeltsin en Chechenia sin que se sepa qué parte de los beneficios obtenidos por el gran maestro en sus conciertos benéficos irá a parar a manos de los niños chechenos mutilados, muertos, huérfanos en aras de la causa de la Gran Rusia defendida por el gran maestro Rostropóvich, amigo de la infancia. Las contradicciones no son exclusiva del gran maestro Rostropóvich, porque la capacidad de horror ajeno que necesitamos para no temer el nuestro nos la suministran gratuitamente los niños bosnios sometidos a limpieza étnica o las casi niñas bosnias destinadas a la orgullosa finalidad de ser madre de niño serbio de padre desconocido.Tampoco hay que centrarse demasiado en el caso de los niños chechenos o bosnios, porque los niños iraquíes siguen padeciendo el bloqueo internacional y a los niños kurdos los matan por su bien las tropas atlánticas turcas, y con mala leche, las tropas asiáticas de Irak. Ahora se lleva lo de Bosnia o Chechenia, que son dos pocholadas de genocidio, pero es casi una grosería recordar las injusticias objetivables pero obsoletas, carroceras.
Creo que en el pedacito de sociedad abierta que nos ha tocado, nuestros niños están a salvo y, sobre todo, gracias a la acción vigilante de los empeñados en protegerlos mediante paraguas nucleares que llevan nuestros gloriosos colores atlantistas. Y si a nuestros niños, por cualquier accidente, les alcanza alguna radiación atómica, el gran maestro Rostropóvich interpretará La Parrala al contrabajo y se les curarán las pupas como suelen curarse. Con amor.
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