Tremendamente estándar
Tres mil quinientas pesetas es mucho dinero a la hora de pagarlo para ver simplemente un concierto de pop. Por eso, apenas una hora y cuarto de música en directo a ese precio se nos hace ciertamente escasa, aunque la actuación corresponda a un grupo de los que nunca fallan, como es el caso de Manhattan Transfer. Este cuarteto neoyorquino, que bascula desde los inicios de su carrera -1969- entre el jazz vocal y los flirteos con otros estilos más comerciales y amplios de criterio, tiene en nuestro país un punto de cita anual obligada, dado el inmenso cariño que los aficionados españoles sienten por Siegel, Hauser, Bentine y Paul. La culpa de esta cariñosa relación la ha tenido, sin lugar a dudas, aquel atrevimiento hortera que se llamó Cuéntame (Speak up the mambo) y que ha sido elevado a la categoría de clásico menor, tanto por los seguidores del grupo como por los admiradores de las canciones fáciles e intrascendentes.
The Manhattan Transfer
Janis Siegel, Cheryl Bentine, Tim Hauser y Alan Paul (voces), YaronGershovsky (piano), Alex Blake (bajo), Francisco José Colón (percusión), Cliff Almond (batería), Jaime Glaser (guitarra) y Lawrence Klimas (saxo). 3.500 pesetas. Discoteca La Riviera. Madrid, 27 de julio.
Traca vocal
Quizá por ello y en signo de agradecimiento a la galería española, que, como público, es de lo mejorcito del mundo entero, el cuarteto hizo detenerse de improviso a la banda en el bis, para atacar los tropicales compases de esta canción, que funciona en directo tanto como Macarena o el Tractor amarillo.Con respecto al concierto, los cuatro cantantes hicieron un repaso a los temas de su último disco, Tonin, así como a sus megaéxitos de toda la vida: Route 66, Boy from New York City, Operator, Offbeat y, sobre todo, esa traca vocal espectacular e incendiaria, a partir del inmenso Birdland, de los extintos Weather Report de Zawinul, Shorter y Pastorius. Grande es la deuda dé los Transfer con todos aquellos compositores que han creado las piezas estandar que componen su repertorio.
Los Transfer siguen tan histriónicos como de costumbre e, incluso, el guapo Tim Hauser montó el numerito a lo Alberto Comesaña, al quitarse la camiseta a los sones de una balada caliente, como es el Gloria, para delirio de las fans. Una noche de verano, en la que no hubo sorpresas y el toque caliente, aunque algo corto, de un grupo que ha hecho de las recreaciones de los temas estándares la razón de su existencia como artistas.
Babelia
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