La paz es el camino
LOS INCIDENTES producidos el pasado fin de semana en varias localidades del Ulster han venido a recordar el delicado momento del proceso de paz. Éste se halla semiparalizado desde que se planteo hace meses la necesidad del desarme del IRA como condición para la admisión de su brazo político, el Sinn Fein, en las conversaciones multipartidistas, marco en que deberán debatirse los problemas políticos subyacentes al conflicto. La inquietud ha aumentado además con el desplante del líder del Sinn Fein, Gerry Adams, al advertir, más que recordar, que "el IRA no ha desaparecido y ni siquiera se ha idoEnfrentamientos en la calle y desafíos como el de Adams hubieran bastado hace unos meses para embarrancar la dinámica de paz. Pero según avanza el proceso y habitúa a la gente a la paz, la ruptura es más improbable. Todo el proyecto se basa en la idea de que la experiencia de la paz haga indeseable toda perspectiva de violencia. Y que quien decidiera reiniciarla, republicano o unionista, tenga que pagar por ello un alto precio en popularidad e influencia social en su propia comunidad. La cooperación entre las dos Irlandas, los planes de cooperación de la Unión Europea y otros de inversión impulsados por Washington están en marcha para reconstruir la castigada economía del Ulster, pero condicionados a la consolidación del proceso de paz.
La población de las dos comunidades lo sabe. Sus líderes también, y el propio Adams se ha apresurado a precisar que no quiso amenazar con el retomo de la violencia, sino llamar la atención sobre el bloqueo de las negociaciones. Es cierto que las conversaciones políticas no acaban de arrancar. Pero no lo es que Londres no ha a dado pasos para intentar desbloquearlas. La elevación del rango de los interlocutores entre Londres y el Sinn Fein, que solicitaba éste último, es un hecho. Tras la entrevista celebrada en Washington entre Adams y el ministro británico para Irlanda del Norte, Patrick Mayhew, éste pasó a encabezar la delegación de Londres. Por otra parte, la reciente liberación de una docena de presos del IRA con condenas de entre 5 y 10 años eleva a 33 los reclusos republicanos beneficiados por medidas de gracia en lo que va de año.
Londres exige un gesto paralelo que demuestre la voluntad del IRA de no volver a practicar el terrorismo. El argumento es que no puede admitirse como interlocutor a alguien que mantiene presente la amenaza de volver a matar si los resultados de las conversaciones no le satisfacen. El argumento es irrebatible. Pero se comprende que el margen de maniobra de Adams sea en este terreno escaso, y de ahí que otros partidos republicanos presionen a Londres para que acepte que el decomiso de las armas se considere el resultado de la apertura de conversaciones y no su condición previa. Los unionistas dificilmente aceptarían ese planteamiento. Pero cada día que callan las armas se refuerzan las posibilidades de que no vuelvan a hablar nunca.
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