El Atlético desborda ilusión
El equipo madrileño se adjudicó el Trófeo Carranza con un goleada al Betis
El Atlético se lavó la cara en el espejo del Betis. Los rojiblancos dieron un baño a los andaluces en la segunda parte y reivindicaron su buen cartel después del desastre ofrecido ante el Cádiz. El Betis dio la impresión de estar debilitado por los cambios en la formación y sus aficionados echaron de menos repetidamente a Cuéllar. Una imagen, la de los béticos ayer, desangelada y que obligará a Serra Ferrer a modificar el aspecto del equipo.Antic varió ligeramente su planteamiento de salida respecto a la semifinal. Puso a Simeone de medio tapón y alineó a Roberto en el carril derecho. Privado del último amor de Gil, Juán Carlos, el técnico optó por el nuevo buque insignia del club, Penev. Si a todo ello se suma el regreso de Delfi Geli al lateral, los colchoneros ganaron de salida muchos enteros en comparación al partido frente al Cádiz. Lo que, todo sea dicho, no era nada difícil.
Enfrente, el Betis jugaba de memoria. Como siempre. Defensa compacta, media pegajosa y delantera ultrarrápida. El inhabitual once titular daba la impresión de que ya puede Serra Ferrer cambiar la alineación de arriba abajo que el esquema no se resiente en su estructura. Eso parecía al principio.
Desde el inicio el dominio fue alterno. El Atlético buscaba sin suerte a sus dos tanques en punta y vivía del episódico talento de Caminero. Los verdiblancos, por su parte, corrían al contraataque para romper la defensa en línea de los colchoneros. Y tanto fue Caminero a la fuente que al final marcó a pase de Kiko, detalle éste que provocó el delirio en las gradas. La consecuencia del tanto fue que el Atlético ganó en coherencia y el Betis empezó a ponerse nervioso, algo poco usual en él.
La falta de tranquilidad motivó que el empuje bético, más desordenado que otra cosa, apenas llevara un vago peligro en sus acometidas al marco de Molina. Y la mayor serenidad atlética no hallaba recompensa. En esa situación se suponía que el descanso contribuiría a refrescar las ideas en ambos bandos.
Serra Ferrer se la jugó. Quitó un defensa y añadió a Alfonso a la delantera. Resultado: un minuto de juego y gol de Caminero. Un gol repleto de fuerza y clase. De los de Caminero. El Betis se sumió en la deseperación y Pirri sentenció con un tercer gol que supuso el despertar de Penev del sopor en el que había vivido hasta ese momento. Y tambien trajo la algarabía a los graderíos que se entregaron a una fiesta atlética pese a que Kiko ya estaba en la ducha.
Sobre el césped el Atlético descubrió un nuevo juego denominado balones a Penev, que en seguida demostró su su rentabilidad. Y la victoria de los de Antic adquirió carácter de vendaval ante la impotencia de un Betis apagado, sin chispa. En ese contexto, el tanto de Pier sólo fue una anécdota, un espejismo que alteró por unos segundos la realidad del choque. El partido era del Atlético.
El atasco del Betis y la reducción de su zaga a tres hombres provocó la multiplicación de los ataques rivales. Y tuvo suerte Jaro de no llevarse más goles. El Atlético sueña con más motivos que otros años.
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