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Los Quince acuden a Formentor con grandes discrepancias sobre los retos de la UE

Los jefes de Estado y de Gobierno de los Quince acuden hoy a la cumbre de Formentor (Mallorca) divididos en todos los grandes retos que la Unión Europea (UE) debe afrontar de aquí al año 2000. Las discrepancias sobre política exterior y nuclear, libertades ciudadanas, unión monetaria y financiación de la amplia ción al Este se han multiplicado en los últimos días. Y por encima de todo planea el obstruccionismo británico a que la reforma del Tratado de Maastricht desemboque en una mayor integración.

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Con estos mimbres, el anfitrión, Felipe González, y sus socios más comunitaristas pretenden trenzar hoy y mañana una difícil cesta que suponga la "reactivación de la idea europeísta".El abismo en política exterior y de defensa quedará simbolizado en el aplauso secreto de muchos -sobre todo, los nórdicos- a los militantes de Greenpeace que se manifestarán contra la política nuclear francesa. Pero se extiende a otros ámbitos, como la fusión de la UEO -el brazo militar comunitario- con la UE, a la que se oponen británicos y portugueses. Una pequeña luz se abre sobre la toma de decisiones, sobre la base de la abstención activa que permita a los no partidarios de una acción exterior concreta no tomar parte en ella sin bloquearla.

En política interior, la liberad ciudadana de circular sin fronteras acaba de activar un conflicto abierto, entre Francia -con el anuncio del presidente Jacques Chirac de que se distancia del acuerdo de Schengen por el que se eliminaban los controles fronterizos internos-, Bélgica y Holanda y soterrado, con Alernania. La prioridad a una política común de empleo enfrenta a los radicales nórdicos -que pretenden incorporarla como nuevo criterio de convergencia para la moneda única con los británicos huérfanos de Carta Social. En medio, Alemania, España y otros se plantean reformar el Tratado para hacerla posible sin modificar el paso a la moneda única.

La unión monetaria enfrenta desde el miércoles a alemanes con Italia, Bélgica y Holanda: los italianos no accederán a la moneda única, y a los otros les resultará muy difícil, según dijo en el Bundestag el ministro de Finanzas germano, Theo Waigel, derrumbando la lira y los esfuerzos de convergencia de Roma e irritando a los afectados. El episodio es un trasunto del pulso que mantienen rigoristas y flexibilistas sobre la tercera fase de esta unión. Para complicar el panorama, Suecia y los nórdicos reclaman incorporar un requisito de convergencia adicional, el empleo, de momento sin éxito.

Ampliación al Este

También empiezan a aflorar las divergencias sobre el impacto financiero de la ampliación al Este. Los países de la Europa central y oriental requerirán grandes inyecciones en concepto de política agrícola y de fondos estructurales. La solución, para Londres, es recortar estas políticas de solidaridad. Para Bonn, mantenerlas (la antigua RDA también las necesita), pero equilibrando su actual aportación (el 29% del presupuesto comunitario). Para Luxemburgo, aumentar los recursos propios, lo que debe aprobarse o negarse para 1999.Pero lo que más preocupa es la rigidez de Londres, especialmente en la Conferencia Intergubernamental (CIG) de 1996 que debe reformar el Tratado de Maastricht. Chirac parece más sensible a las tesis británicas, sobre la integración pero, aun así, ha aceptado crear un grupo de trabajo con Alemania para coordinar sus posturas ante una reforma que el primer ministro, británico, John Major, intentará recortar. Los países del Benelux hacen otro tanto.

Como las decisiones se tomaxán por consenso, algunos se preguntan si, en lugar de vencer en la mesa de negociaciones a un Major presionado por los, euroescépticos, no será más fácil esperar a que sea derrotado en las urnas en abril de 1997, por los laboristas de Tony Blair, algo menos reacios -a profundizar en el proyecto europeo. A principios de mes, el canciller alemán, Helmut Kohl, vaticinó que la CIG sólo podrá cerrarse en el segundo semestre de 1997, cuando Major, probablemente, haya dejado el poder, y no a principios de ese mismo año, como se preveía inicialmente. Este retraso significaría que el final se la conferencia se solaparía con la apertura de la negociación sobre la financiación de la UE, y, sobre todo, las conversaciones con los 12 países candidatos al ingreso en la UE se iniciarían a su vez con cierta demora.

Kohl y otros líderes comunitarios aseguran, sin embargo, tener prisas por abrir las puertas de la Unión a los países aspirantes al ingresó, especialmente a los del Este. Las evaluaciones, cada vez más precisas, del coste de la ampliación empiezan, no obstante, a darles vértigo, y todos toman ya posiciones para no rascarse demasiado el bolsillo. O que no se lo rasquen.

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