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Berlusconi rompe las negociaciones para formar Gobierno en Italia

Las negociaciones entre los partidos para que Antonio Maccanico forme un Gobierno orientado a la reforma constitucional en Italia quedaron formalmente rotas anoche, pero ello no implica, que el fin de la crisis sea inminente. El ex primer ministro Silvio Berlusconi propone ahora la elección de unaAsamblea constituyente que haga las reformas y un Gobierno "de garantía" que dirija el país hasta que tenga nuevas instituciones. Massimo, d'Alema, portavoz de la izquierda italiana en estas conversaciones, le responde que está harto de perder el. tiempo y que la única salida a la crisis son las elecciones generales.

Sin el acuerdo de la izquierda, es muy improbable que prospere la nueva iniciativa de Berlusconi para evitar los comicios. Pero no puede decirse que su proyecto nazca muerto.La Liga Norte ha dicho que, a condición de obtener la creación de la asamblea constituyente, está dispuesta a casarse con el mismísimo diablo, que para Umberto Bossi -el líder de la Liga- no es otro que Berlusconi. En consecuencia, la propuesta de éste de elegir la asamblea apunta ante todo a reconstruir la vieja mayoría entre Forza Italia, la Liga y Alianza Nacional (AN), disuelta hace un año, como alternativa al diálogo con la izquierda, fracasado por las presiones de AN.

Habrá que ver, en primer lugar, qué hará Maccanico, quien anoche todavía no había renunciado al mandato gubernativo recibido del jefe del Estado italiano.

Y habrá que ver, sobre todo, qué hará el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, cuando vuelva a asumir la gestión de la crisis si Maccanico renuncia durante la cita fijada para la mañana de hoy, miércoles, por ambos.

A Scalfaro se le abrirán, en esa probable hipótesis, tres posibilidades principales: disolver el Parlamento y convocar elecciones para finales de abril, encargando entre tanto al primer ministro en funciones, Lamberto Dini, de dirigir los asuntos corrientes; dar un nuevo mandato -a Maccanico, al propio Dini o a otro político- para formar un Gobierno de corto plazo que cubra el resto de la presidencia italiana de la Unión Europea (UE), y celebrar elecciones en junio, o sondear la viabilidad de la asamblea constituyente propuesta ahora por Berlusconi.

No obstante este planteamiento caleidoscópico que durante, las últimas cuatro semanas no ha dejado de moverse, las elecciones a muy corto plazo parecían anoche el desenlace previsible de la crisis más absurda, cansina, cínica, y, en consecuencia, más peligrosa, que probablemente ha conocido jamás el país de las mil y una crisis. El desarrollo de la actual ha puesto a prueba la fe en la democracia del ciudadano medio.Propuestas disfrazadas

El disparatado ir y venir de propuestas disfrazadas de razonamientos constitucionales ha respondido, en todo momento, a un designio bien preciso de Gianfranco Fini, líder de AN y único personaje que se tiene por boyante en el estancamiento político en que se debaten los italianos.

Vetando cualquier compromiso por cuestiones de detalle, Fini, a cuyo partido los sondeos dan por delante de Forza Italia, con la que está aliada, ha tratado de demostrar su superioridad actual sobre Berlusconi y de romper la coalición formada en el centro izquierda por D'Alema.

Ambos objetivos parecían plenamente conseguidos anoche, cuando, entre acusaciones mutuas, el líder de Forza Italia y el del Partido Democrático de la Izquierda (PDS) reconocieron el, fracaso de su acuerdo para llegar a una república semipresidencial de tipo francés desde el actual Parlamento. Massimo D'Alema tendrá serias dificultades para volver a presentar a Romano Prodi como líder verosímil de un centro izquierda totalmente dividido acerca de las reformas institucionales.

En cuanto a Berlusconi, gran derrotado por el fracaso de un. acuerdo que él había perseguido más que nadie, Fini parece que aprieta, pero no ahoga, entre otras cosas porque el líder ex fascista sabe que le conviene tan poco ir hoy a las urnas sin Forza Italia, como a Berlusconi prescindir ahora de Fini.

Logrado el primer triunfo, que es el fracaso del acuerdo con Massimo D'Alema, a Fini tampoco le interesa demostrar prisa en que se vote. Puede esperar desde luego a junio, y, por ello, anoche apoyó el proyecto de asamblea constitucional de Silvio Berlusconi.

Fuera de ese pequeño circulo de protagonistas hay preocupación. Tanta que el Vaticano ha dicho abiertamente que una reforma de tipo francés no les vendría mal a los italianos.

Y escepticismo, como el del anciano periodista Indro Montanelli, que ha dicho: "No pienso votar por ningún miembro de esta clase política, que me produce aún más horror que la precedente".

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