EL QUIRÓFANO
La zona ancha Conjurados. A veces ocurre que un equipo, en el momento crucial de la temporada, hace examen, autocrítica, y decide apelar a lo mejor de sí mismo, recuperar virtudes. Así debió de hacerlo el Zaragoza, que salió fogoso, concentrado, metido en su mejor traje, el que lució el año pasado. Y fue bonito. Fue bonito reencontrarse con la imagen, todavía próxima en el tiempo pero ya casi olvidada, de ese gran Zaragoza de la temporada anterior, que nadie sabe por qué se está tomando un año sabático. Sorprendidos. El Depor no lo esperaba. Confiaba en un Zaragoza decaído, sin Fuerza, sin juego y sin cohesión., y se encontró con otra cosa. Navegó durante toda la primera parte, resistió como pudo el primer arreón pero justo cuando se estaba quitando el dogal del cuello le cayó el gol. La fatiga. El problema para el Zaragoza fue que no Pudo, no tuvo aire para mantener el ritmo. Desde las primeras jugadas del segundo tiempo se empezó a ver un equipo partido por la mitad, en el que la defensa se quedaba atrás, la delantera arriba y la media trotaba sin olerlas por un terreno excesivo. Entonces el Depor se apropió de la zona ancha, más ancha que nunca, y organizó desde ahí su lenta y segura reconquista. Bebeto. Un ojo en Fran, otro en Solana, otro en Cuartero, otro en el linier, otro en Manjarín... Pendiente de todo, vivo, despierto y certero. Solana le hizo una concesión y no la desaprovechó. García Sanjuán. Loor al vencido. Su atrevimiento, su fuerza y su acierto hicieron de él un puñal clavado en el costado del Depor. López Rekarte pasó las de Caín ante él, sobre todo en la primera parte.
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