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Entrevista:

"Los búlgaros son más simeonistas que monárquicos"

Dejó de ser rey hace 50, años, cuando tenía tan sólo nueve y llevaba tres en el trono, al que accedió el 29 de agosto de 1943, tras la muerte de su padre, Borís III. Los comunistas le expulsaron el 16 de septiembre de 1946, tras un referéndum amañado en el que los búlgaros se pronunciaron por la república. Tras un exilio en Alejandría, Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha, el ciudadano Simeón para los comunistas, se afincó en España en 1951.Once años después contrajo matrimonio con Margarita Gómez-Acebo, con la que tuvo cuatro hijos. Sus descendientes son españoles; sus amistades, cosmopolitas -su despacho está repleto de fotografías con don Juan Carlos, Hassan II, Humberto II de Italia-, pero dice seguir sintiéndose búlgaro y ha recuperado incluso su pasaporte.

Hace ya media docena de años que cayó el régimen comunista y Simeón II ha decidido, a sus 59 años, regresar por fin a su país el sábado 25 de mayo. Su vuelta suscita una expectación no exenta de polémica, porque muchos sospechan que su intención es sondear las posibilidades de una restauracion monárquica.

Coincide además con una acentuación de la crisis económica que atraviesa Bulgaria, cuya moneda ha experimentado una fuerte devaluación, el tipo de interés fijado por el banco central alcanza el 108% y el Gobierno formado por ex comunistas acaba de anunciar el cierre de 67 empresas públicas deficitarias, una medida que disparará el paro.

Pregunta. ¿Por qué regresa precisamente ahora?

Respuesta. He querido esperar unos años a que los ánimos se sosieguen, a que se decante la incipiente clase política búlgara.

Además, me estoy haciendo viejo. Este año se cumple también medio siglo desde que, el 16 de septiembre de 1946, salí de mi país. No he querido regresar en ese aniversario. porque se acerca a la fecha de celebración de las elecciones presidenciales, probablemente en noviembre, y hubiese podido dar la impresión de interferir. Soy un hombre cartesiano, pero estoy más que emocionado con ese viaje.

P. ¿Qué va a hacer allí? ¿Cuánto, tiempo se va a quedar?

R. Algún diario amarillista ha escrito que voy con un billete sólo de ida, sin vuelta. Es falso. No sé exactamente cuánto tiempo estaré, pero no creo que exceda en ningún caso las tres semanas. Acudo invitado por un comité de 101 intelectuales, de orientación política muy heterogénea, para debatir del porvenir de Bulgaria. Me gustó cómo presentaron su invitación. Por lo demás, estoy dispuesto a alargar mi estancia, dentro de unos límites, para entrevistarme con todo aquel que desee recibirme. Además tengo la, intención de reunirme con asociaciones ecologistas como las Patrullas Verdes para que me informen de la labor que desarrollan. En Europa del Este queda mucho por hacer en materia de protección de la naturaleza.

P. El que no le va a recibir y ha amenazado incluso con declararle persona no grata es el primer ministro, el ex comunista Jan Videnov.

R. No creo que pueda hacerlo legalmente, porque soy ciudadano búlgaro. En cambio, el presidente de la República, Jeliu Jelev, nos ha invitado a almorzar el 26 de mayo, y también me recibirá el presidente del Parlamento, Sendov Vlágonev, y un sinfín de personalidades de diversas ideologías.

P. ¿Inicia con su visita una campaña para recuperar la corona ahora que la crisis económica se agudiza?

R. Yo no llegué a abdicar. Dicho esto no vuelvo para reivindicar nada, sino para ofrecer.

P. ¿Qué puede ofrecer la monarquía a un antiguo país comunista como Bulgaria?

R. Hemos tenido 13 siglos de tradición monárquica comparados con 40 años de dictadura comunista. Creo que la monarquía entronca más con la historia y las raíces de Búlgaria. Desde un punto de vista práctico, en una democracia frágil podría aportar serenidad y estabilidad. Pondría además de relieve ante el mundo que Bulgaria ha dado la vuelta a la página de las convulsiones poscomunistas y se adentra con paso firme por la senda de la democracia y la economía de mercado. He de añadir, con toda modestia, que poseo muchas relaciones en el mundo que deseo poner al servicio de mi país.

P. ¿Son los búlgaros monárquicos?

R. Mi hermana María regresó allí de viaje en 1991, después fue mi madre. Recibo aquí a mucha gente, y en Bulgaria se publican sondeos. Deduzco de todo ello que los búlgaros me tienen simpatía a mí como persona pero la institución no les inspira el mismo sentimiento. Digamos que son más simeonistas que monárquicos. Es algo parecido a lo que sucedió en España en los setenta, cuando los españoles eran ante todo juancarlistas. La experiencia española no es, sin embargo, extrapolable.

P. ¿Cómo se puede restaurar la monarquía en Bulgaria? ¿Con un nuevo referéndum?

R. El del 46 fue un ejemplo de manipulación. Hace cinco años, a los ex comunistas y a los socialdemócratas se les pasó por la cabeza organizar uno nuevo, pero se echaron atrás. Hay bastantes asuntos en los que pensar como para añadir éste, que. puede provocar divisiones. Además, su resultado tendría poco valor, porque en Bulgaria permanecen estructuras de poder que no son del todo neutrales. Si se desea reanudar con la tradición, hay otras vías para conseguirlo.

P. Algunos historiadores hacen dos reproches a su padre, Borís III: pactar con la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial y ayudarla en la caza, captura y deportación de los judíos de Macedonia y Tracia.

R. Resistirse a Alemania hubiese supuesto un baño de sangre. Mi padre actuó con astucia. Hizo perder tiempo a Hitler y, al final, cuando no tuvo más remedio, firmó a regañadientes el Pacto Tripartito. Evitó que el país fuese arrasado e incluso que cien mil búlgaros fuesen obligados a pelear en el frente ruso. Es verdad que tuvo que permitir el paso del Ejército alemán hasta el mar Negro. La segunda acusación tiene todavía menos fundamento. En la vieja Bulgaria, a los judíos no se les tocó ni un pelo. En esos dos territorios que menciona, la autoridad suprema era nazi y no podíamos oponemos a sus deportaciones. Mi padre salvó a los que pudo. No debió de hacerlo tan mal, a juzgar por el trato que me dio Ben Gurión cuando fui a Israel, o los testimonios de agradecimiento que he recibido de asociaciones judías de EE UU.

P. Sigamos con las acusaciones: se le reprocha haber sido protegido por Franco.

R. Se ha escrito, por ejemplo, que este chalé donde vivo me lo regaló Franco. Mentira. Lo único que tengo que agradecerle es que me dejase instalarme en España. Es verdad también que cuando en junio de 1955 cumplí la mayoría de edad y juré en Madrid la Constitución búlgara de 1879, al acto asistieron Martín Artajo, Muñoz Grandes, Iturmendi.... Por lo demás, he vivido siempre de mi trabajo en diversas empresas. Fui durante 13 años presidente de Thomson. últimamente tengo los negocios un poco abandonados. Por eso tengo cierta prisa por acabar de entender lo que pasa en Bulgaria.

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