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Chernomirdin intenta parar los pies a Lébed

Pilar Bonet

El jefe del Gobierno ruso, Víktor Chernomirdin, intentó parar ayer los pies al flamante secretario del Consejo de Seguridad, el avasallador general Alexandr Lébed, que pretende consolidarse como delfín del presidente Borís Yeltsin.Lébed insistió en la necesidad de ampliar sus competencias para salvar a Rusia de la crisis financiera que, según él, estallará en otoño si antes no se pone remedio. Estas discrepancias, que aumentan la tensión en el equipo de Yeltsin en vísperas de la complicada segunda vuelta electoral, a celebrar el próximo 3 de julio, se evidenciaron ayer, mientras surgían indicios de que el presidente lamenta profundamente haberse deshecho del fiel jefe, de su guardia, Alexandr Korzhakov, tras dejarse influir por el sector liberal de su equipo y por su propia hija Tatiana.

"Korzhakov se queda en el Kremlin junto al presidente, y se está decidiendo en calidad de qué", manifestó ayer Viacheslav Níkonov, del equipo electoral de Yeltsin, a la televisión moscovita. Níkonov dirige un centro analítico en el grupo de apoyo social al presidente, y su opinión no tiene valor oficial, pero, según medios del Kremlin, Yeltsin se siente solo sin Korzhakov, y esta sensación es reforzada por las aprensiones que, pese a caerle bien, le produce Lébed.Según constató esta corresponsal, el optimismo que provocó la irrupción de Lébed en el Kremlin el pasado martes está dejando paso a la preocupación en medios cercanos al presidente, ajenos a la lucha dirimida entre la fracción liberal y los altos funcionarios destituidos. En estos medios se teme que la vertiginosa sucesión de acontecimientos, vividos en clave de drama y disipados en tono de farsa, influya negativamente en la imagen presidencial, al crear la impresión de desorden, irresponsabilidad y luchas internas en el Krenilin, mientras los comunistas se mantienen impasibles.

En una reunión con sus seguidores en las afueras de Moscú, Lébed manifestó ayer que se está elaborando una nueva normativa del Consejo de Seguridad para dar amplias competencias al secretario del organismo y crear puestos de representantes de la entidad en las regiones. Esta normativa será presentada al presidente en los próximos días, dijo Lébed, según el cual la firma de Yeltsin será la "mejor garantía".

Lébed reiteró ayer la posición expresada en una entrevista aparecida en el periódico Nezavisimaia Gazeta, en la que afirmaba que "para septiembre u octubre amenaza una crisis financiera", que hay que afrontar "con el pecho". "No tengo motivos para querer a Yeltsin, ni el más mínimo", dijo ayer el general con voz atronadora. Aseguró, sin embargo, que le apoya como "portador" de una idea nueva, y que no se considera "un paje de la corte".

El general reveló por fin el nombre de su candidato para el puesto de ministro de Defensa. Es nada menos que Ígor Rodiónov, el jefe de la Academia del Estado Mayor, que dirigía el distrito militar del Cáucaso en 1989 cuando el Ejército soviético, aplastó una manifestación nacionalista en Tbilisi, la capital de Georgia. Lébed servía al mando de Rodiónov entonces. Los sucesos se saldaron con una veintena de muertos y obligaron a Rodiónov a responder ante el Parlamento.

En tono diametralmente opuesto al de Lébed, Chernomirdin negó ayer que se avecine una crisis financiera en otoño, y quitó importancia a las declaraciones del general asegurando que "está empezando a adentrarse en temas económicos y no valora totalmente la situación". "Todo va bien", dijo refiriéndose a la situación financiera y en vísperas de su viaje a Lyón para representar a Rusia en la cumbre del Grupo de los Siete. Según el jefe del Gabinete, las medidas sociales anunciadas por el presidente no desequilibrarán el presupuesto ni causarán inestabilidad financiera.

Chernomirdin se manifestó contra una ampliación de los poderes de Lébed más allá de lo que estipula la normativa del Consejo de Seguridad, que, hoy por hoy, es un organismo asesor sin capacidad ejecutiva. En su opinión, la legislación vigente ya garantiza a Lébed amplias facultades.

Yeltsin viajó ayer a Brest, en Bielorrusia, donde en compañía de su homólogo Alexandr Lukashenko, conmemoró el 55º aniversario del ataque alemán a la URSS. El estado de ánimo del presidente ruso, Yeltsin, tan brillante ante la primera vuelta electoral, puede haberse resentido con la marcha de Korzhakov, según fuentes del Kremlin. Yeltsin tenía al general a su lado desde 1985 y estaba acostumbrado a conversar, beber, jugar al tenis y hacer deporte con él.

Yeltsin está desilusionado por su resultado en la primera vuelta, muy por debajo de sus expectativas y de los resultados que él mismo obtuvo en 1989 y 1990, cuando era símbolo de la reforma radical en la URSS. El alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, fue reelegido con un apoyo récord del 89,65%, en contraste con el 35,28% de Yeltsin.

Con la marcha de Korzhakov, Yeltsin carece de un apoyo fiel en el caso de que desee poner en su sitio a algún político que pueda despertar sus celos, como hizo con Yuri Luzhkov hasta que éste demostró de forma convincente que no era un rival directo. Yeltsin está en una situación ambigua: es consciente de que debe preparar a un sucesor, pero elude la evidencia de su inevitable desgaste físico.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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