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Tribuna:EL PROCESO DE PAZ
Tribuna
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España y la reconstrucción de Bosnia

En los últimos meses, la situación en la ex Yugoslavia ha entrado en una nueva fase, con ausencia de acciones armadas. La división de la antigua federación yugoslava en varias repúblicas soberanas está concluida.Eslovenia está asentada como república independiente y Macedonia empieza a estarlo, a reserva de sus tensiones étnicas y de la actitud de sus vecinos. Croacia y Serbia, con mucha desconfianza todavía, tratan de mejorar su convivencia con acuerdos prácticos, como las comunicaciones, y los transportes. Si estas dos repúblicas se entienden y la devolución de Eslavonia Oriental se produce según lo pactado, la región estará pacificada con dos excepciones.

La primera es la región de Kosovo, a la que no hay que dejar abandonada, aunque sea una cuestión interna de Serbia. La segunda es Bosnia. Esta república-tapón entre Croacia y Serbia ha sufrido un cruel proceso de separación entre sus tres comunidades, debido al empeño de la parte serbia de incorporarse a una imposible Gran Serbia. Los testimonios de la barbarie de esa guerra seguirían abrumando a los europeos durante largos años.

En la actualidad, Bosnia está militarmente pacificada por la aplicación de los Acuerdos de Dayton y la presencia de fuerzas de la OTAN. Hace sólo seis meses, los que hemos tenido algún papel en la zona, no creíamos que la pacificación militar fuera a producirse en un periodo tan corto.

Las unidades militares de las tres comunidades se han disuelto al ritmo previsto, la retirada a líneas retrasadas se ha llevado a cabo antes de lo firmado y se ha acordado la reducción de armas pesadas. Incluso la retirada de los serbios de Sarajevo, aunque rodeada de su salvajismo habitual, se hizo dentro de los plazos marcados. Finalmente, se ha empezado a juzgar a los criminales de guerra.

No obstante, el futuro de Bosnia sigue sin estar del todo claro. En Dayton se estableció una república unificada con una entidad serbia y otra croato-musulmana. Pero el Gobierno central, sin competencias efectivas, tiene un papel casi limitado a Sarajevo. Tampoco hay plena libertad de movimientos, a pesar de la buena labor de las tropas de la OTAN, ni se ha producido apenas la vuelta de refugiados. En cualquier caso, esta situación de coexistencia tensa es preferible a la guerra o la división como en Chipre.

Tampoco está claro el futuro de la Federación Croata Musulmana, debilitada por desconfianzas internas. Si esa alianza se rompiera, la división de la república en tres zonas sería inevitable. Ahora bien, a Zagreb le interesa mantener una zona de influencia en Bosnia Central, incluyendo Sarajevo, por lo que no es probable la ruptura.

En definitiva, Bosnia está pacificada, y a pesar de las potentes fuerzas contra su unidad, su futuro no pasa inevitablemente por su división, con riesgo de una nueva guerra.

La mayor garantía para alejar esa eventualidad es una reconstrucción general con los ritmos prometidos. Para ello se convocó la Conferencia de Donantes con participación de Estados Unidos, la Unión Europea y un tercer grupo de países compuesto, principalmente, por Japón y la Conferencia Islámica. Esta conferencia decidió en abril habilitar 1.300 millones de dólares en un año, como parte de un programa de 5.000 millones de dólares en cuatro años. Sin embargo, las naciones han desembolsado sólo una pequeña parte y el proceso de reconstrucción carece de fondos. Apenas ha podido abordarse la rehabilitación de infraestructuras como la energía, de la que depende la reapertura de las fábricas para ocupar a los desmovilizados y normalizar las ciudades, como Mostar.

Este retraso produce frustración en toda Bosnia. Musulmanes y croatas, los más afectados por la guerra, empiezan a creer que la Conferencia de Donantes es un ardid para imponerles los Acuerdos de Dayton. Una vez más, se atribuye una especial responsabilidad a la Unión Europea por falta de capacidad para cumplir sus compromisos. Las naciones europeas como España, que han hecho un gran esfuerzo pacificador en Bosnia, no deben permitir que esta situación se prolongue. En nuestro caso, tenemos una obligación especial en Mostar, donde nuestros militares nos han dado un gran prestigio y actualmente tenemos a un español como administrador europeo de la ciudad. Por otro lado, hay empresas españolas que han apostado fuertemente por la reconstrucción de Bosnia y que han redactado proyectos importantes y urgentes, como la recuperación del sistema eléctrico de Mostar.

Otros países europeos están financiando proyectos directamente y adjudicándolos a empresas propias. En la práctica, se trata de un adelanto de la prometida contribución a la Conferencia de Donantes. El Gobierno español podría actuar de la misma manera y así reafirmar su compromiso en la pacificación de la zona, a la vez que garantiza la presencia de empresas españolas en la reconstrucción y en las nuevas repúblicas soberanas.

Si los meses pasan y la reconstrucción de Bosnia no avanza; el proceso de paz puede sufrir retrocesos. Por otra parte, ha llegado el momento de empezar a sustituir la presencia militar por la humanitaria y la económico-empresarial.

Julián García Vargas. Enviado especial de la UE en Mostar.

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