"Algunos fiscales no pierden ocasión para el enfrentamiento"
La rebelión de un grupo de fiscales de la Audiencia Nacional contra su jefe, José Aranda, es un secreto tan bien guardado como el de algunos de los sumarios que llevan. Pero el plante del fiscal Pedro Rubira, al pedir que se confirmase la prisión del general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, en contra de las órdenes de Aranda y del fiscal general del Estado, Carlos Granados, traspasó el ámbito de lo judicial y provocó una queja directa del presidente del Gobierno, José María Aznar. Pocos días antes, otro de estos fiscales, Eduardo Fungairiño, se habla mostrado bien expresivo al acusar al Gobierno de "bajarse los pantalones" por el acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco. En una conferencia en la universidad de verano de El Escorial, Aranda lo dejó claro: "Son los mismos de siempre".Pregunta: En El Escorial dijo que había tres fiscales que mantienen un enfrentamiento permanente con usted. ¿A qué se debe esa actitud?
Respuesta: Indudablemente, a la presentación de la querella de Banesto. Ya lo he explicado por activa y por pasiva, pero no desaprovechan ocasión para buscar un enfrentamiento. Este grupo es flexible en cuanto al número, según los asuntos de que se trate.
P. ¿Quiénes son las cabezas visibles de ese grupo?
R. Ignacio Gordillo y María Dolores Márquez de Prado. Luego aparece un tercero, que unas veces es Pedro Rubira y otras Eduardo Fungairiño, pero todo arranca desde la querella de Banesto.
P. ¿Cree que había algún interés de esos fiscales en relación con esa querella?
R. Eso ya lo dejo a gusto del espectador. Lo que sí puedo decirle es que cuando decidí interponer la querella, que ya tenía prácticamente hecha el fiscal Florentino Ortí, es porque las posibles intervenciones que se hicieran sólo iban a retrasar la investigación.
P. En El Escorial aludió usted a que algunos de estos fiscales actuaban movidos por "motivos pesonales". ¿Quiere eso decir que en vez de servir a la institución se sirven de ella?
R. También dije que el trabajo que se desarrolla en la Audiencia Nacional, por sus propias características, crea en cada funcionario una tensión evidente. Esto explica quizás algunas posturas. Cuando hablo de motivos personales no quiero pensar que sean espurios. Pero su transmisión inmediata a los medios de comunicación puede ilustrar alguno de esos motivos. También lo dijo en El Escorial el ex presidente de la Audiencia Nacional Rafael Mendizábal, cuando al referirse al vedetismo y a los medios de comunicación indicó que se establece una especie de contrato atípico: yo te doy noticias estridentes y tú me das publicidad.
P. ¿Cómo son las relaciones internas entre ese grupo de fiscales y los demás?
R. Son situaciones tensas. Hay un grupo que aguantó situaciones muy delicadas en la etapa dura del terrorismo y por tanto merecen una alta estima y consideración por ello. Pero luego, con el transcurso del tiempo, se llega a una conclusión: nadie es insustituible. Nuevas personas de nuevas generaciones han llegado a la fiscalía y están demostrando su valía diariamente.
P. Hace un año dijo usted que la situación en la fiscalía de la Audiencia Nacional estaba llegando a su límite y que no descartaba adoptar medidas. ¿Cree llegado ese momento o que alguien debería hacerlo?
R. Yo creo que los momentos son siempre oportunos y, en ese sentido, una de las ideas que están en mi ánimo últimamente es que la carrera fiscal ha consagrado una inamovilidad prácticamente superior a la de la carrera judicial. En cuanto a las medidas a adoptar, es muy difícil tomar decisiones ahora, en una época de transición del fiscal general del Estado. Aunque en la conciencia de todos está que la situación de la fiscalía de la Audiencia Nacional debe cambiar.
P. Este grupo de fiscales ha encabezado peticiones colectivas para investigar los papeles de Laos, acciones contra Abc por una información sobre el juez Garzón, ha apelado a su libertad de expresión, ha reclamado órdenes por escrito... ¿Esto es normal en otras fiscalías o sólo pasa en la suya?
R. No, no es normal. Por eso habrá que pensar en la posibilidad de limitar el tiempo de permanencia de los fiscales en la Audiencia Nacional.
P. ¿Qué pasó en el asunto de la excarcelación de Galindo?
R. Como a lo largo de la instrucción pareció que ya se había superado la posible destrucción de pruebas, di cuenta al fiscal del Estado de que podría aplicarse una fianza para que el general pudiera salir en libertad. El mostró su conformidad y, simplemente, me indicó la posibilidad de ordenárselo por escrito al fiscal que acudiera a la apelación; posibilidad que hice mía porque el fiscal que se encargaba del caso se encontraba de vacaciones.
P. ¿Qué órdenes le dio usted al fiscal Rubira?
R. Que debería indicar al tribunal la posibilidad de fijar una fianza, sin perjuicio de mantener los razonamientos del auto recurrido. El me dijo que estaba de acuerdo pero que, como no era el encargado del caso y podían existir motivos para mantener la prisión incondicional, quería decir algo en el informe oral. Le constesté que después de cumplir la orden, esa posibilidad existía acogiéndose al artículo 25 del Estatuto del Ministerio Fiscal. Esa tarde fui a la Audiencia y me encontré allí al señor Rubira. Me comentó que los periodistas se preguntaban qué postura iba a adoptar el fiscal, que ésta era contradictoria con la prision pedida antes y que la situación era más delicada. Yo le contesté que la situación era la misma. La única pregunta que yo me hice es si los periodistas habían acudido como espontáneos, o requeridos. Lo que ya presagiaba la posibilidad de lo que podía ocurrir.
P. ¿El señor Rubira desobedecía las órdenes?
R. Ignoro cómo se produjo su informe oral. Solamente conozco los datos que ha publicado la prensa.
P. Y sobre esos datos, ¿usted qué opina?
R. Pues que no lo ha hecho como indica el Estatuto del Ministerio Fiscal.
P. O sea que, en definitiva, ha desobedecido...
R. En esa materia quien tiene la palabra es la Inspección.
P. ¿Sabe usted si la Inspección ha hecho algo o ha hecho usted alguna propuesta a la Inspección?
R. Ahora estamos en periodo vacacional...
P. Sin embargo, el presidente Aznar ha expresado su preocupación por la desodediencia de unas órdenes en el seno del ministerio fiscal...
R. Yo no quiero hacer valoraciones políticas de ningún asunto de la Audiencia y tampoco quiero valorar las manifestaciones de los políticos. Sé que cualquier Gobierno, si algún miembro del ministerio fiscal no actúa como la Constitución y el propio Estatuto señalan respecto a los principios de jerarquía y unidad, se sorprendería igualmente.
P. ¿Qué le ha parecido la citación para que declaren los diputados de la Comisión de Secretos sobre los papeles del Cesid?
R. A mí no me parece lo más adecuado, porque esos señores se responsabilizaron de mantener un secreto.
P. Entonces, ¿va el fiscal a recurrir esa petición?
R. Es que hay un matiz importante. En el periodo de instrucción, los recursos están previstos para cuando se deniegan pruebas, pero no para cuando el instructor decide que es necesario practicar ésta o la otra.
P. La condición de "imputado" que acaban de atribuirle al ex jefe del Cesid, teniente general Manglano, más que rodearle de garantías, ¿no produce un efecto demoledor y le estigmatiza cuando sale en un titular de periódico? ¿No hay otras fórmulas?
R. No habría ningún problema si en un determinado momento procesal se llegara a dictar el auto de procesamiento. A partir de ahí, los imputados son los que figuran en el auto de procesamiento.
P. ¿Y no le parece extraño que Luis Roldán esté imputado en todos los sumarios GAL y no esté procesado en ninguno?
R. Habría que ver en qué procedimientos está, pero sí, es extraño, indudablemente.
P. ¿Es cierto que usted le quitó al fiscal Gordillo el caso Lasa-Zabala y que quiere quedarse con los casos más notorios?
R. En un momento determinado el fiscal Ignacio Gordillo me dio cuenta de que un policía había acudido a él enviado por el fiscal jefe de Alicante, porque estaba investigando si unos restos humanos correspondían a los de Lasa y Zabala. Pasados unos días vino el policía con un informe en el que podía concluirse que los restos correspondían a Lasa y Zabala. Al conocer este extremo remití las actuaciones al juzgado del País Vasco. Quiero recordar que por ser fiesta en Guipúzcoa no había podido llegar lo remitido a la fiscalía del País Vasco, cuando el periódico El Mundo publicó con profusión de fotografías lo que en ese informe se reflejaba, indicándose que todo eso se había conseguido gracias a la dirección del fiscal señor Gordillo.
P. ¿Cree que Gordillo actuó a espaldas suyas?
R. Totalmente no, pero con otra gente y algunos datos, sí.
P. ¿Entonces usted no le quitó el caso a él?
R. No, el caso estaba en San Sebastián. Investigué cómo había podido llegar todo ello a ese periódico. Él me contestó que muy probablemente a través de la familia de los desaparecidos, y porque ya otro periódico vasco había hablado de ello. En vista de lo cual decidí, por las relaciones que tendría que mantener con los jefes de las fiscalías de Alicante y de San Sebastián estar al frente de este asunto. Le dije al señor Gordillo que cuando todo estuviera aquí, el caso pasaría a sus manos. Ya desde ese momento dijo que le había quitado el caso y que él no se hacía cargo de un asunto si no era desde el principio.
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