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Alexandr Lébed negocia el destino de Chechenia mientras las tropas rusas se retiran de Grozni

Pilar Bonet

El secretario del Consejo de Seguridad ruso, general Alexandr Lébed, y el jefe del Estado Mayor independentista checheno, Aslán Masjádov, se reunieron ayer en el pueblo de Nóviye Ataguí en unas histórias conversaciones para resolver el destino de Chechenia al tiempo que las tropas rusas empezaban a retirarse de Grozni y guerrilleros y soldados federales juraban defender "fraternalmente" la paz.

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ENVIADA ESPECIALAntes de estas conversaciones -que duraron cuatro horas mientras sobre el cielo constantemente sobrevolaban helicópteros-, tuvo lugar una extraña y esperanzadora ceremonia: guerrilleros que participaron en el último asalto a Grozni y soldados de las tropas rusas de intervención especial, OMON, del Ministerio del Interior, juraron defender conjunta y "fraternalmente" la paz y el orden en la capital chechena.La ceremonia de juramento se realizó en un descampado controlado por los rusos y rodeado de campos minados, que se encontraba entre la localidad de Stáriye Ataguí y la de Aljazúrovo. La ceremonia de juramento, en la que participaron 270 guerrilleros chechenos y otros tantos miembros del OMON, era consecuencia directa del acuerdo militar firmado el jueves por Lébed y Masjádov. Los chechenos, con todas sus armas a cuestas y tocados con cintas y pañuelos verdes -el color del islam- arribaron en camiones y al grito de "¡Alá Akbar!" (Dios es grande), se alinearon frente a los rusos, que habían llegado en helicóptero desde la base militar de Mozdok, ubicada en la vecina república de Osetia del Norte.

A diferencia de los chechenos, los rusos venían descansados y frescos, pero su equipo dejaba mucho que desear, ya que la mitad del contingente de las tropas supuestamente de élite que aterrizaron en el descampado llevaban ligeras zapatillas deportivas.

Tanto rusos como chechenos tenían una apariencia más bien relajada. Un soldado ruso escuchaba ritmos heavy metal, según él mismo dijo, en unos auriculares que llevaba conectados con una grabadora dentro del uniforme. Mientras tanto, uno de los combatientes chechenos enseñaba a los corresponsales un cuchillo donde, según decía, aún quedaban restos de sangre enemiga. Al mismo tiempo, los representantes rusos y chechenos arengaban a sus subordinados sobre el sentido de su nueva misión, que consiste en mantener la paz y el orden en Grozni, evitar que haya robos.

Por parte rusa inició la ceremonia el viceministro del Interior, Valeri Fiódorov. Por parte chechena, el jefe del Estado Mayor Aslán Masjádov. Éste elogió a Lébed como un militar que "se preocupa del prestigio de Rusia y de su Ejército". "Creo que a Lébed le gusta la firmeza para acabar con la guerra", agregó Masjádov.

El nombre del presidente ruso, Borís Yeltsin, no se pronunció en toda la ceremonia. El texto del juramento había sido redactado inicialmente como algo común, pero los chechenos introdujeron dos modificaciones: por una parte invocaron el nombre de Alá y por la otra tacharon una frase que hubiera subordinado su misión pacificadora a las tropas federales rusas. Las patrullas que deben mantener el orden y ser "implacables" con los delincuentes actuarán en los cinco distritos en los que han dividido la ciudad. En total se trata, de 540 hombres.

A la ceremonia de juramento asistieron altos cargos chechenos, como Shirvaní Basáiev, hermano menor del legendario Shamil, que estuvo al mando del ataque a Grozni y que fue herido en la pierna derecha durante los últimos combates. A la pregunta del paradero de su hermano, Shirvaní exclamó: "Está pasando unos días de descanso en Hawaii".

Ambiente de fiesta

Durante la ceremonia de juramento abundaron los momentos de surrealismo. Uno de ellos fue el aterrizaje de un helicóptero que dejó en medio del descampado polvoriento a Ruslán Jasbulátov, de traje y corbata, quien dijo que había llegado desde la base militar de Jankalá para apoyar el proceso de paz. Jasbulátov, el ex presidente del Sóviet Supremo cañoneado en otoño de 1993 por orden de Yeltsin, aseguró que estaba empezando el fin de la guerra. Un ambiente de fiesta reinaba ayer en Chechenia. El tráfico en las carreteras se hizo muy intenso, desapareció la sensación de peligro y en los puestos de control rusos los soldados, calzados muchos de ellos con alpargatas, eran completamente indiferentes ante cualquier transeúnte y agradecían que les regalaran algún periódico o un paquete de cigarrillos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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