LA MARIHUANA DE LA DIPUTADA
La diputada alemana Ulla Jelpke, de 45 años, miembro del grupo parlamentario del Partido del Socialismo Democrático (PDS) -los poscomunistas- en el Bundestag (Parlamento alemán), ha sufrido un contratiempo con las autoridades aduaneras australianas. Según comunicó la aduana de Canberra, la diputada fue sorprendida al ingresar en el país con ocho gramos de marihuana y gramo y medio de anfetas. Las consecuencias para Jelpke, que se inició en la política en la revuelta del 68 y luego se sumó al movimiento feminista y ecologista, las fijó un tribunal de Brisbane, que la condenó a pagar una multa de 1.000 marcos (84.000 pesetas). La diputada, y esto sin duda la honra, no pidió antes del viaje ningún tipo de inmunidad diplomática y pagó la multa sin rechistar. Alguna homóloga de la diputada se rasga en Bonn las vestiduras por el daño causado en Australia al prestigio del Bundestag. El portavoz parlamentario del PDS, Jürgen Reents, salió en defensa de la diputada y declaró que se encontraba en viaje de vacaciones, "por prescripción facultativa". No dijo el portavoz si los medicamentos que llevaba la diputada formaban parte de la cura, pero sí pasó al ataque cuando dijo que más daño causan al Bundestag los diputados que suben al podio en estado de intoxicación etílica. Hace unos meses, un diputado liberal (FDP) tuvo que abandonar la tribuna de oradores después de intentar imitar al sobrio que pinta Forges. No cabe duda de que la diputada Jelpke tuvo mala suerte, porque todo ocurrió por culpa de un compatriota. Un perro pastor alemán al servicio de la aduana australiana fue el que olió la droga en poder de la diputada. Inasequible al compadreo, el perro alemán no dudó en llamar la atención de los aduaneros y poner en un brete a la diputada alemana. No cabe duda de que estos perros han perdido patriotismo, aunque no eficacia.-
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