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El 'comando' de Tupac Amaru ha sembrado de minas los accesos a la Embajada japonesa

Juan Jesús Aznárez

La fuerte explosión registrada la madrugada del jueves en el recinto de la Embajada japonesa, tomada al asalto por el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), alarmó a los policías y camarógrafos de guardia y parece confirmar la existencia de minas en algún tramo de su perímetro. Según Ronald Bigler, portavoz de la Cruz Roja, no ha habido heridos y todo parece indicar que el paso de algún animal activó el explosivo. Otras fuentes no descartan que haya sido provocada por los secuestradores para demostrar su disposición a todo.

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Los rehenes liberados aportaron datos sobre el arsenal acarreado por la veintena de guerrilleros atrincherados en la residencia. El encargado de negocios de la Embajada de España, Estanislao de Grandes, vio fusiles, granadas de mano y lanzagranadas. Y el embajador de Austria, también liberado, creyó haber visto a varios guerrilleros con cargas de dinamita y anillas de activación adosados al cuerpo. El comandante Evaristo había advertido que cualquier intento de fuga de los rehenes podría significar la muerte de quien lo intentase, alcanzados por la metralla de las minas sembradas en los accesos a la residencia.En un inesperado paso, los guerrilleros liberaron ayer al embajador de Guatemala, José María Argueta. Los miembros del comando hicieron ver así que saludaban el acuerdo que se firma este fin de semana en el país centroamericano. "Es en reconocimiento al proceso de paz en Guatemala", aseguró el diplomático liberado.

El obispo de Ayacucho, monseñor Juan Luis Cipriani, muy cercano política y personalmente al presidente Fujimori, parece haberse constituido como su enviado especial en las negociaciones con el comando del MRTA. El jueves permaneció cinco horas en el interior de la residencia diplomática y no trascendió el contenido de su eventual, mediación.

Consecuencia del silencio gubernamental, se aventuran fórmulas y alternativas y de un día a otro cambian las hipótesis de solución. Con todas las reservas, el presidente del Congreso, Víctor Joy, no descartó de plano la promulgación de una ley de amnistía para emerretistas si el Ejecutivo la requiere. Joy precisaba ayer sus declaraciones sobre este punto al periódico japonés Yomiuri Shimbun: de momento no hay iniciativa oficial en ese sentido y el Ejecutivo es quien lo conduce todo. Fujimori ha descartado la liberación de los más de 400 presos exigida por los secuestradores de la embajada.

Coincidiendo con el protagonismo de esta crisis Sendero Luminoso se hizo notar cruentamente en un poblado del distrito de Olmos, asesinando fríamente a seis campesinos, entre ellos a un padre y sus dos hijos. Un superviviente informó que los mataron con piedras, palos y cuchillos.

Comisión de garantes

Sin que las complejas negociaciones en curso permitan avizorar una pronta salida, un total de 103 personas continúan cautivas y todavía no ha sido formada la comisión de garantes propuesta por Fujimori para facilitar la rendición del comando. El problema es que los secuestradores atrincherados en la mansión diplomática del barrio de San Isidro no quieren la comisión para que les reciba vencidos, sino como foro negociador de sus exigencias. La comisión debe comenzar a funcionar de inmediato y estar integrada por personas ajenas a la política peruana, según Iván Ormaechea, director del Instituto Peruano de Resolución de Conflictos, Negociación y Mediación (Iprecom). Todas las fórmulas con posibilidades se estudian y entre ellas una eventual intervención de Cuba. El analista Carlos Iván de Gregori lo precisa: tendría que ser muy discreta. "De hecho Castro no estaría ayudando tanto a los terroristas como al Gobierno peruano. Está en una verdadera encrucijada".Necesariamente discretos, los contactos más sustantivos apenas han trascendido su carácter y dirección. Varios diputados proponen una fuga autorizada del comando. "Podría negociarse un salvoconducto o una salida a un país extranjero y mejorar las condiciones carcelarias", piensa el opositor José Varga. "De todas formas la salida de los secuestradores significaría para el Perú 10 o 15 años más de terrorismo". La identidad de las personas aún cautivas demuestra la gravedad de la crisis y el miedo de muchos a episodios cruentos. Entre los rehenes del terrorismo al que combatieron sin tregua ni miramientos están los máximos jefes de los servicios de seguridad peruanos.

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