Ortiz Úrculo aprieta el gatillo
, "¡A la Fiscalía Anticorrupción!". Esta es la consigna que parece animar cada, uno de los actos del fiscal general del Estado, Juan Cesáreo Ortiz Úrculo. El pasado 29 de enero, el mismo día que comenzaba a barajarse en el Congreso la creación de una comisión de investigación, Ortiz Úrculo envió a la Fiscalía Anticorrupción, cuyo jefe, Carlos Jiménez Villarejo, se recupera de un infarto, una comunicación para que investigue los casi 5.000 expedientes fiscales que presuntamente se han beneficiado de una amnistía fiscal. Por toda documentación, Ortiz Úrculo acompañó una octavilla del colectivo Manos Limpias junto con recortes de periódicos. El fiscal general del Estado ayudaba así a las denuncias de amiguismo fiscal lanzadas por el PP, pero sin admitir que la fuente de la información era el propio Gobierno, sino presuntas denuncias de los medios de comunicación.
Ahora, el fiscal general del Estado ha decidido secundar al Gobierno en la guerra de la plataforma digital. En su comunicado de ayer, une el presunto caso Ferrer, aflorado por El Mundo, con las presuntas irregularidades de Antena 3 TV, también apuntadas por el citado periódico tras la firma del acuerdo sobre la explotación de los derechos del fútbol entre esa cadena y Sogecable. La diligencia de Ortiz Úrculo está fuera de discusión. Empezó por llamar al presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, al caer la noche del 4 de noviembre, cuando se discutía sobre si inculpar o no a Felipe González. Quería que se le informase a él para que a su vez pudiese llamar a la ministra de Justicia con la decisión. Y ahora hace de caja de resonancia de las denuncias vergonzantes del Gobierno, nunca asumidas como tales, disparando con pólvora... de la Fiscalía Anticorrupción. Ortiz Úrculo se opuso, como es público, a la creación de esa Fiscalía. Ahora se ha convertido en un adicto a ella.
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