Buscando compañía
"La primavera, la sangre altera" es un dicho popular que alude de puntillas al aspecto más determinante de la existencia: el bullir sexual de los seres vivos. Sin embargo, no conviene despistarse: una cosa es sentir los impulsos y otra darles rienda de modo satisfactorio; y en esto, como siempre, el refrán no quiere mojarse.De todos es sabido que la sexualidad puede practicarse a solas, aunque es innegable que se le saca más rendimiento cuando se intercambia con un congénere, algo que para mucha gente resulta bastante complicado. Y ahí surgen los anuncios de los periódicos.
En las páginas centrales de El País Madrid se publican diariamente alrededor de 600, "Relax" lo llaman, y lo cierto es que las ofertas son capaces de quitarle el hipo a cualquiera.
Mi intención era recoger muestras durante diez o doce días, pero al final, por exceso de material, he debido recular y conformarme con dos (31 de marzo y 1 de abril). En primer lugar, conviene dejar claro que son las chicas quienes se llevan la palma.
Por variedad, estilo y fantasía.
Tal es su nivel, que procede empezar con una que se presenta a sí misma como Censurada. Este es su reclamo: "Mi mensaje no puede salir aquí. Ha sido censurado. ¡Sólo llamándome conocerás mi lujuria!".
Pues bien: nos asustas, Censurada, y más considerando que en la misma página aparecen otros tres recaditos de indudable vigor. Ahí tenemos, muy cerca, a la señorita Enfermera: "Uniformada, atractiva, impotencia, terapias anales, tratamientos testiculares, cura de estress, yacuzzi. Seriedad". O a Cruella: "Sumisión, transformismo. Fetichismo. Lavativas". O a Sheyla, más parca: "Disciplina. Mazmorra" '
Y sobre todo, a Sumisa: "19 años, rubia, bellísima, morbosa. Griego, lluvia, dolor, pinzas. Sin límite". Uf, añado yo. De manera que sigo pensando en Censurada. En. su especialidad secreta. Quizá esta muchacha trabaje con un martillo hidráulico o con un piolet de alta montaña. No lo sé. Y debido a mi formación cristiana, prefiero no enterarme.
Pero no todo es tan rudo en el mundo de los anuncios breves. Se dan casos más apacibles, como el de Sonia: "Exquisito bocado. 20.000", y también el de Penélope: "Estudiante, recién llegada a Madrid. Recibe desnuda y sola en su piso de la Gran Vía". Adorable, Penélope, a la que sólo cabe pedir música de los Beatles y un minibar luminoso. No te vayas nunca.
Por su parte, Eva se declara una bellísima peluquera en apuros, y no explica más, lo que lleva a pensar en alguna jugada rara, tal vez con el secador. ¿Y qué decir de Julia? Ella afirma que es jovencita e inexperta, pero yo tengo mis dudas, porque repite en su anuncio al día siguiente, y este detalle recuerda mucho a una estrategia de mercado, con lo que yo odio esas cosas.
Los chicos, sin embargo, se muestran mucho más simplones y prefieren ajustarse al sistema métrico decimal: 30 centímetros. Asimílese el montante. Por lo que se ve, sin tamaño no hay negocio, y de ahí que ellos lo mencionen expresamente. Sólo queda aclarar si esos 30 centímetros se manifiestan siempre, esto es, en reposo, o bien sólo aluden al miembro en su momento de máxima elasticidad. No es que importe mucho, porque 30 centímetros siempre son muchos centímetros (un cartón de Marlboro, por ejemplo, sólo mide 28), pero no estaría de más conocer el dato de antemano y en su caso acudir a la cita con una buena crema antidesgarros. Desde luego, si yo fuera chica, me andaría con ojo.
Entre los anuncios más vistosos, cabe destacar el del señor Trabucón, un elemento con el que no caben las sorpresas, sobre todo porque en letras más pequeñas añade: Ibérico, y ya se sabe. Los demás, apenas revelan información. Dicen cosas sugerentes, como Óscar: "Jovencito, guapo, activo-pasivo, permanentemente", o el amigo Black & White, que se muestra más comunicativo: "Saboréalo", pero, en general, y comparados con las chicas, son unos verdaderos polluelos de mirlo. Dicho sea sin faltar.
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