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FÚTBOL. 35ª JORNADA DE LIGA

El Sporting se hunde cada vez más

El Extremadura sigue su escalada y arañó un puntro en El Molinón

La firmeza del Extremadura pudo más que el renovado impulso del Sporting. La caída de Floro reanimó al equipo gijonés, que mereció los tres puntos, pero no fue suficiente. Un despiste defensivo en el saque de una falta, de esos que tanto echaba en cara Floro a sus jugadores, hizo inútil el gol de la esperanza gijonesa. Ni la presencia de Miguel Montes en el banquillo, ni siquiera la fugaz vuelta de Hugo Pérez a la cancha tras el despido de su carcelero, sirvieron para devolver a la victoria a un Sporting cada vez más hundido.El Sporting no arrolló al Extremadura, pero fue un punto superior al equipo revelación. El Extremadura estuvo discreto en líneas generales, pero le bastó para llevarse un puntito las paradas de Montoya, el toque de Pineda y el oportunismo de Duré. El nuevo entrenador del Sporting archivó la zona de Floro y buscó frescura con dos carrileros muy ofensivos. Le siguió faltando creatividad en el centro del campo, pero como Lediakhov se dejó ver más que otras veces los locales siempre estuvieron más cerca del gol. Además Sergio, uno de los últimos en llegar, impuso su magisterio frente a dos delanteros tan amenazadores como Duré y Silvani.

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En el primer tiempo al Sporting le costó engrasar sus nuevos ejes y por eso sólo inquietó seria

mente un par de veces a Montoya, en un remate de Tcherishev junto al poste y en un cañonazo de Lediakhov al larguero. Más tranquilo aún estuvo Ablanedo, que sólo debió de repeler un remate del incontrolable Pineda. Fue tras el descanso cuando el juego se desatascó, ante la imperiosa necesidad de puntos del Sporting. La afición de El Molinón gritó con rabia el gol, pero también se desesperó pocos minutos después con el empate, en un claro ejemplo de la picardía extremeña y la inocencia asturiana. En una falta al borde del área, Silvani tocó rápido para Pedro José y el centro de éste lo re mató a bocajarro Duré. Un gol con genuino sabor argentino. A partir de ese momento, otro jugador ilustre de la Liga argentina, el Mono Montoya, asumió el papel estelar. El atípico guardameta replicó hasta el final con maestría a las desesperadas acometidas gijonesas. Los brazos milagrosos de Montoya aparecieron por todos lados, sobre todo para desviar un remate de Tomás y, muy al final, un cabezazo cercano de Luna.

El Sporting tuvo aún cinco minutos añadidos para salvar los puntos, en los que incluso reclamó un penalti, pero sus urgencias quedaron reflejadas en remates que se perdieron por muy poco. La leyenda del Extremadura continúa.

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