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Francia reta a EE UU y firma con Cuba un acuerdo de protección de inversiones

Francia y Cuba firmaron ayer un acuerdo de protección recíproca de sus inversiones, un gesto que sólo puede interpretarse como un nuevo desafío europeo a la ley Helms-Burton y también como una iniciativa más de la industria francesa por re cuperar el terreno perdido en América Latina. Un día antes de la firma del documento entre el ministro de Industria francés, Frank Borotra, y su colega cubano de Inversiones Extranjeras, Ibrahim Ferradaz García, Estados Unidos expresó públicamente su malestar por el paso dado por París.

Washington señaló en un comunicado que esperaba del Gobierno francés "igual activismo en el combate por los derechos humanos en Cuba" que el mostrado con "esta iniciativa económica".Borotra quitó importancia a la queja estadounidense y recordó que "Francia es el decimonoveno país que firma un acuerdo de este tipo desde que Cuba se ha abierto a los inversores extranjeros; es decir, desde 1993. En Europa nos han precedido Alemania, Gran Bretaña, Italia, España y Suiza". El ministro francés aprovechó para reiterar que su país y la Unión Europea se oponen a la aplicación extraterritorial de la ley Helms-Burton, destinada a sancionar a aquellas empresas que mantengan relaciones comerciales con Cuba.

El acuerdo tiene una cierta dimensión política también por otras razones, pues sus cláusulas contemplan la hipótesis de una expropiación de las inversiones foráneas. En tal caso se fijan las circunstancias que podrían propiciar dicha iniciativa y se fijan los criterios a partir de los cuales establecer indemnizaciones objetivas. Se trata, pues, de cláusulas destinadas a tranquilizar a los inversores extranjeros y a ofrecerles todo tipo de garantías, incluso en el caso hipotético de modificaciones importantes del contexto político.

El pasado marzo, el presidente francés, Jacques Chirac, hizo un largo viaje por Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, en una operación que estaba destinada a reactivar las exportaciones francesas en el subcontinente. Intentaba recuperar el tiempo perdido, ya que Francia, que es la cuarta potencia exportadora del mundo, sólo ha logrado en el Mercosur un ridículo 2% para sus productos.

Chirac, consciente de los importantes índices de crecimiento de los países del Cono Sur y del enorme potencial de alguno de ellos, quiso reanudar unos intercambios que entraron en crisis en los años llamados de la "deuda externa" por la falta de solvencia de los países latinoamericanos y también por la característica política de la mayoría de Gobiernos de la zona, entonces dictaduras en casi todos los casos.

El presidente francés no sólo anunció la construcción de nuevas plantas de Renault en Brasil o constató el interés de las empresas galas de telecomunicaciones por el mercado argentino y uruguayo, sino que además tuvo la oportunidad de comprobar de cerca "que ya no se trata de países pobres, aunque siga habiendo muchos pobres". El problema de la redistribución de la riqueza generada por el crecimiento sigue siendo el talón de Aquiles del Cono Sur, pues no sólo hace más tímidas las inversiones extranjeras, sino que además impide que éstas sean plenamente rentables. Un viaje a cinco países, con los lógicos problemas de desfase horario añadidos, hizo que el jefe del Estado francés protagonizara algunos errores cómicos, confundiendo en algún caso el aeropuerto en el que acababa de desembarcar con el de una etapa siguiente, pero eso no impidió que los empresarios que le acompañaban sacasen buen provecho de haberse puesto bajo la protección de quien se autopresenta como "el primer vendedor de Francia".

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