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NECROLÓGICAS

Santiago Roldán, economista y socialista

Joaquín Estefanía

"¿De quién se podía decir que era un hombre bueno sin necesidad de que muriese?: de Curri", afirmaba ayer un consternado amigo al enterarse del fallecimiento de Santiago Roldán. Es verdad. Dudo que haya quien no lo comparta entre los que han frecuentado a Curri, una de las personas que en los 59 años de su vida compaginó mejor los compromisos que escogió libremente: -el de economista y el de socialista.Nacido en Ávila -aunque se consideraba sevillano-, casado con María Antonia Monés y con cuatro hijos, Santiago Roldán cultivó su pasión, la economía, desde el principio de su vida adulta. Catedrático de Estructura Económica, fue autor de numerosos libros sobre el capitalismo español. Este interés por el mundo de la economía lo llevó al terreno de la divulgación: Roldán trasladaba lo que había aprendido no sólo a sus alumnos, sino a los ciudadanos en general. Para ello participó en la creación de un colectivo mítico entre los economistas de una generación, Arturo López Muñoz, con la intención de influir en la prensa española y llevar el rigor científico a la misma. Arturo López Muñoz lo integraron economistas como Juan Muñoz, José Luis García Delgado, Ángel Serrano o el propio Roldán, que escribieron fundamentalmente en tres publicaciones: Triunfo, Cuadernos para el Diálogo y EL PAÍS. Los libros y artículos de Arturo López Muñoz eran recortados y luego comentados por muchos profesionales interesados en saber lo que de verdad ocurría en España al margen de los mensajes oficiales. Crearon un discurso económico alternativo sin parangón: fueron maestros.

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Su segundo compromiso fue el político. De izquierdas, Roldán fue fundador del PSC; como militante trabajó en la redacción de los distintos programas del PSOE. Todavía ahora, cuando el cuerpo no le respondía por su grave enfermedad de riñón, acudía a esa especie de club fabiano en el que socialistas y no socialistas se reúnen en la calle Cedaceros de Madrid.

Fue rector de la Universidad Menéndez Pelayo y también for-mó parte del mundo empresarial, como responsable de Barcelona Olímpica, y luego, en algunas sociedades del Grupo PRISA. En todas estas actividades fue vehemente, pero en ninguna disfrutó tanto como en la que le relacionaba con los lectores: sus artículos. La pasada semana aún insistía a Muñoz y a Serrano para publicar otro texto en EL PAÍS. Roldán discutía hasta convencer o convencerse; su postura vital era contraria a la rigidez. Además de entrañable, era divertido. Gracias, Curri.

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