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Muere el cineasta Marco Ferreri, cronista solitario del hundimiento del machismo

El realizador de 'El cochecito' y "La grande bouffe' falleció en París a los 68 años

El cineasta italiano Marco Ferreri murió ayer en París, en el hospital de la Pitie Salpetrière, alrededor de las 15.30 de la tarde, víctima de una crisis cardiaca. El director, nacido en Milán, tenía 68 años -hubiese cumplido 69 el próximo domingo- y se había hecho mundialmente famoso hace 25 años, precisamente al presentar en el Festival de Cannes de 1973 La grande bouffe (La gran comilona), una fábula suicida sobre el deseo de llevar hasta el final la satisfacción del placer. Con películas como Adiós al macho y El futuro es mujer se convirtió en audaz cronista de la decadencia masculina en la sociedad contemporánea. En España, dejó tres magníficas y singulares películas de humor negro: El pisito, Los chicos y El cochecito.

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Marco Ferreri entró en contacto con el cine mientras estudiaba veterinaria y trabajaba para una sociedad de licores. El empleo le llevó a convertirse en realizador de los spots publicitarios de la bebida que él representaba y de ahí, asociado con uno de los padres teóricos del neorrealismo, Cesare Zavattini, dio el salto como realizador e intentó renovar el documental de actualidades.Decidido a dedicar su vida al cine, fundó en 1952 una efimera revista filmada, junto a Ricardo Ghione, llamada Documento mensile, en la que colaboraron Vittorio de Sica, Luchino Visconti, Alberto Moravia y Antonioni.

El experimento no funcionó comercialmente, como tampoco tuvieron éxito los largometrajes en los que se implicó como productor, y eso le empujó a cambiar de país y a trasladarse a España, donde llegó con el propósito de vender lentes del tipo Totalscope. Este tipo de errante picaresca entre Italia y España, de conocimiento directo del submundo de los falsos grandes negocios, queda bien reflejado en el cine que Ferreri hará en tanto que cineasta español.

En nuestro país Marco Ferreri conoce a Rafael Azcona y entre los dos ponen en pie tres obras maestras del humor negro hispano: El pisito, Los chicos y El cochecito. Eran los años 1958, 1959 y 1960 y el público no prestó atención al talento de la pareja ni tampoco al de un formidable Pepe Isbert, intérprete inmortal de la última de ellas. Además, las instancias oficiales maltrataron los filmes, clasificándolos entre los de tercera categoría y haciendo imposible en la práctica su explotación comercial.

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