El debate sobre la reforma de la sanidad
Estamos asistiendo a una adaptación del Estado de bienestar a los tiempos que corren, ¿quién dijo que no,, peligraba? Es evidente que el Sistema Nacional de Salud (SNS) precisa una reforma; entre otros, el lastre que supone una misma remuneración para todos sus profesionales, independientemente de sus rendimientos, y la anquilosis administrativa y burocrática del sistema le han restado eficiencia y amenazan con su quiebra.Los encargados de realizar las reformas adecuadas saben de la sensibilidad del electorado a los cambios en materia sanitaria (que se lo pregunten a Margaret Thatcher); esto, como vemos, paraliza las decisiones y conlleva una sensación de desprotección, improvisación y desorganización donde la peor parte la lleva y llevará el usuario.
Se nos ha preguntado si queríamos pertenecer a la OTAN, se ha planteado la posibilidad de preguntar sobre la financiación autonómica. No se nos puede preguntar si queremos pagar más para mantener las prestaciones de ese excelente coche que ha resultado ser el SNS.
A nadie se le escapa que es bastante difícil mantener las prestaciones de un coche nuevo con el coste de uno de segunda mano, y esto parece ser lo que ocurre en el SNS.
No debemos olvidar que los objetivos de la sanidad privada son económicos y los de la sanidad pública son de salud, y los deseables serían objetivos de salud, pero al menor coste posible.
La sociedad es suficientemente madura para saber lo que quiere en este apartado del Estado de bienestar, y si otros no quieren asumir desgastes, es hora de que se le pregunte.
No seamos inventores de soluciones marchitas en otros sistemas de salud.-
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