Alta participación en las elecciones de Irán por el impulso del candidato 'liberal' Jatamí
Los dos estilos políticos que se disputaban ayer la presidencia de Irán quedaron reflejados en la asistencia a las urnas de sus representantes. Mientras el oficialista Alí Akbar Nateq-Nuri lo hizo sin publicidad, Mohamed Jatamí no tuvo problemas en tener como testigo a la prensa internacional, gesto que apoya su etiqueta de liberal. La alta participación, motivada en buena medida por el tirón de Jatamí, fue un éxito para el régimen, que ha logrado integrar a jóvenes, mujeres y clases acomodadas que se iban descolgando del sistema.
Fue un incordio para los votantes de la escuela Shahada Pastaran (al norte de Teherán). Los periodistas tomaron al asalto su colegio electoral a la espera de Jatamí, quien fue jaleado por sus simpatizantes y acorralado por los informadores. Había tanto interés por acercarse a él que sufrió un empujón y a punto estuvo de caer sobre la mesa electoral. Como cada iraní mayor de 15 años que ayer deseara votar, mostró su identificación al secretario de la mesa, quien tomó sus datos y le entregó el papel celeste sobre el que debía escribir el nombre de su candidato.Siempre sonriente, Jatamí aceptó responder a un par de preguntas de los reporteros. "Las personas no tienen importancia sino que es el régimen divino de la República Islámica lo que cuenta", manifestó consciente del entusiasmo que ha suscitado y a la vez extremadamente cuidadoso con las formas. "Todo el país está pendiente de usted", le gritó una joven que acababa de votarle y cuyo maquillaje destacaba sobre su atuendo negro. "No tienen que estar pendientes de mí sino de Dios", respondió cordial.
En un breve aparte con EL PAÍS, Molamed Alí Abhahi, uno de los hombres de confianza de Jatamí y su consejero desde su época al frente del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, atribuyó el tirón popular del ex ministro a que "es una cara nueva y confía mucho en la gente joven".
Evitar la prensa
Nateq-Nuri, por su parte, prefirió evitar el asedio de la prensa internacional y no hizo público dónde pensaba acudir a las urnas. Sólo un pequeño grupo de periodistas locales fue testigo de su voto en la pequeña mezquita del imam Zadeh Alí Akbar, también al norte de Teherán. A la pregunta de qué resultados esperaba, respondió prudente: "No se puede prever, ya que la asistencia está siendo bastante numerosa".Precisamente la alta participación -que se espera que supere el 55% de 1993- fue uno de los aspectos más comentados de la jornada y que más puede favorecer a Jatamí. Su personalidad ha logrado atraer a las urnas a los jóvenes nacidos tras la revolución y frustrados por las limitaciones que les impone, y a las élites que hasta ahora ignoraban las elecciones pero que, desencantadas con la oposición exterior, ven en él la esperanza de una oposición interna. Y esto podía verse tanto ante las urnas situadas en el Liceo Francés, al que acudió a votar lo que queda de la burguesía del antiguo régimen, como en la mezquita de Rasol Akram, en los suburbios del sur, donde un grupo de estudiantes de dirección de empresas dijeron que esperaban de Jatamí "más libertad". "La aparición de Jatamí ha sido providencial, ya que ha atraído al sistema a una generación alienada", opina un analista político. Casi la mitad de los iraníes tiene menos de 15 años y dos de cada tres o no habían nacido o eran muy niños cuando estalló la revolución en 1979. No han conocido, pues, ni los malos tiempos del Sha ni los turbulentos primeros años de la revolución, aunque padecen sus consecuencias. El sistema castiga con severidad cosas tan normales en otros lugares como escuchar música pop, ver un vídeo occidental, bailar o beber una cerveza. Ni pensar, por supuesto, en salir juntos chicos y chicas.
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