El genio iconoclasta de la clonación
El cientifico danés Willadsen impulsó a Wilmut a clonar la oveja Dolly
Hay un rumor persistente sobre Steen Malte Willadsen que resulta tan verosímil para aquellos que le conocen que ha tomado vida propia. La historia es que, hace varios anos, sin molestarse en contárselo a nadie, y sin preocuparse de escribirlo para que fuese publicado, Willadsen clonó una vaca adulta. Según Willadsen, es absolutamente falso. Pero este embriólogo de 53 años nacido en Dinamarca, descrito por sus colegas como un genio en la materia y un iconoclasta, ha sobrepasado los límites de la realidad y, en palabras de algunos, es casi un científico loco del que se puede esperar cualquier cosa.Fue el primero en clonar un animal a partir de células embrionarias. De esta forma, producía corderos que eran genéticamente idénticos entre sí y al embrión original. E hizo lo mismo con vacas. Anteriormente había hecho quimeras, animales que eran medio oveja medio cabra, e incluso medio oveja medio vaca. Los rumores sobre, los trabajos no publicados de Willadsen fueron los que impulsaron a lan Wilmut, el científico que clonó una oveja adulta, Dolly, a pensar que tal hazaña era posible aunque, según la idea generalizada, una vez que una célula se ha diferenciado, sus genes no pueden volver al estado original. Y parece que los proyectos actuales de Willadsen con huevos humanos van un poco más lejos.
Pocos han salido indemnes de sus encuentros con Willadsen. "Su personalidad no se parece a la de ninguna otra persona", comenta Andrew Watson, profesor adjunto de obstetricia y ginecología en la Universidad de Western Ontario, que trabajó con Willadsen en Canadá hace varios años. "No sigue más camino que el suyo", añadió Watson. "Verdaderamente establece tendencias".
Willadsen pasó de ser veterinario rural en Dinamarca a investigador becario en Inglaterra, clonó embriones de ganado en Texas y más tarde en Canadá, y acabó convirtiéndose en una especie de innovador freelance en Florida.
En un discurso pronunciado el año pasado con motivo de la entrega del Premio Pionero de la Transferencia Embrionaria de la Asociación Europea de Transferencias Embrionarias, Willadsen explicó que una de las cosas que siempre había temido era "el síndrome del faisán herido", que, según él "es la enfermedad posdoctoral más común entre los científicos de carrera. Aunque siguen el aire y batiendo las alas, el pájaro ya está muerto", explicó. Dijo que su objetivo no era sólo convertirse en un científico, sino involucrarse en proyectos grandes y absorbentes manteniendo a la vez un alto nivel de libertad y evitando el tedio y la coacción.
Durante una entrevista mantenida en su casa de estuco rosa en Orlando, Florida, lo dejó incluso más claro. Para él, dijo, "el papel de la ciencia experimental es precisamente violar las denominadas leyes de la naturaleza".
Willadsen llegó en 1973 a la unidad de fisiología reproductiva del Consejo Británico de Investigación Agrícola, en Cambridge, y se sumergió en el frenesí del trabajo. Empezó por perfeccionar los entonces primitivos métodos para congelar embriones, trabajando primero con ovejas, y luego con vacas. "En el momento álgido, probablemente llegué a tener 400 ovejas", dijo. Incluso tenía algunos corderos huérfanos en su despacho a los que alimentaba con biberón. Por las mañanas, se dedicaba a la cirugía y extraía los huevos de las ovejas. Por las tardes, trabajaba en el laboratorio. Por las noches hacía más cirugía, inyectaba hormonas a las ovejas, y se paseaba con un macho que había sido entrenado para abordar a las ovejas en celo, pero sin montarlas, de forma que le indicaba cuáles estaban preparadas para el apareamiento.
El verano era una época en la que Willadsen se dedicaba a experimentos salvajes y atrevidos. "Revisaba las vallas, buscando agujeros en la tela científica, formas de romper lo que otros consideraban un dogma", dice. Willadsen hizo gemelos embrionarios dividiendo los embriones en dos. Junto con Carole Fehilly, que más tarde se convirtió en su esposa, también hizo quimeras, animales que tienen un mosaico de células de dos series de ADN distintas, mezclando células de distintos embriones e incluso mezclando células de embriones de diferentes especies, como una oveja con una cabra, o una oveja con una vaca. La fotografía de su quimera oveja-cabra fue publicada en la portada de Nature en febrero de 1984 y fue objeto de una gran publicidad.
Las quimeras crecieron hasta hacerse adultas y algunas eran fértiles. Pero cuando Willadsen dejó Inglaterra en 1985 les perdió la pista. Sospecha que acabarían matándolas, igual que a la mayoría de los animales que ha creado. Sin embargo, Willadsen considera que las quimeras son la parte menos importante de su trabajo, que ha estado siempre centrado en la cría de animales. Para evitar que los valiosos rasgos de los animales híbridos seleccionados se diluyan o pierdan, la solución es la clonación. Permitiría a los criadores multiplicar los animales valiosos, incluidos los híbridos, sin los caprichos de la lotería genética. Podrían tomar células de embriones seleccionados y clonarlos, y hacer múltiples copias de una única criatura. Los embriones de ganado de élite cuestan entre 5.000 y 15.000 dólares cada uno, así que, para los criadores, la clonación era como la gallina de los huevos de oro.
En 1986, Willadsen publicó un artículo en Nature en el que anunciaba la primera clonación con éxito de células de embriones de oveja. En esa época, ya había empezado a clonar embriones de vaca y se había mudado a Texas, donde una nueva compañía, Granada Genetics, quería que les ayudara a introducirse en el negocio de la elonación de ganado. Un año después, Willadsen dejó Granada Genetics y se trasladó a Alberta, en Canadá, donde otra compañía recién fundada, Alta Genetics, quería que hiciera lo mismo. Los principales inversores de la compañía prometieron invertir otro millón de dólares en la compañía si Willadsen y su equipo de transferencias embrionarias producían 100 embarazos con células de embriones clonadas durante el primer año. Willadsen superó el objetivo.
Ya en 1982, cuando empezó a hacer clonaciones, y también en Canadá, donde hacía embriones como si fueran churros, Willadsen hizo algunos experimentos que estaban al límite. Hizo clonaciones a partir de células embrionarias de desarrollo más avanzado, es decir, aquellas que ya habían empezado a diferenciarse. Muchos pensaban que no se podía hacer, que una vez que la célula empezaba a diferenciarse, su ADN no podía volver a su estado primordial.
Pero Willadsen dice que consiguió clonar con éxito células de embriones que tenían entre 60 y 120células, a diferencia de la mayoría de los trabajos, en los que se utilizaban embriones de 8 células. Nunca publicó estos resultados, pero cuando los rumores sobre estos hallazgos llegaron a oídos de Wilmut, éste pensó que el viejo dogma de quela clonación de células diferenciadas estaba destinada al fracaso no era cierto. Y eso le llevó a la investigación que resultó en el nacimiento de la oveja Dolly, el primer animal clonado a partir de una célula adulta.
Ahora Willadsen trabaja en el estudio de óvulos de ratones y de seres humanos, desarrollando métodos para congelarlos. Cuando se le preguntó si había pensado que algún día los humanos podrán ser clonados, Willadsen dijo que sí. De hecho, dijo, puede que ya hayan sido clonados accidentalmente.
Willadsen afirma que también sospecha que los humanos serán clonados intencionadamente algún día, pero entonces los médicos podrán evitar la controversia utilizando algún otro término: "Probablemente no se denominará clonación", dijo.
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