Dos marineros mueren ahogados a 40 millas de A Coruña al bloquearse la grúa del helicóptero
Viene de la priméra páginaEl helicóptero, que ya había conseguido trasladar a tierra a cuatro de los marineros, tuvo que desistir para arreglar la avería. Cuando regresó, ya habían muerto.
El palangrero naufragó a las 12 de la noche del viernes a 40 millas al noroeste de A Coruña al no poder impedir los estragos de una vía de agua en el cuarto del motor. De nada sirvieron las rápidas e insistentes maniobras de achique. Para colmo, las bombas para dar salida al agua acumulada se atascaron. El capitán resolvió no perder más tiempo y pidió auxilio por radio a las dos de la madrugada. El fuerte viento y el oleaje hacían temer una tragedia. Ya sólo cabía esperar al helicóptero de salvamento. Llegó a tiempo, pero en la tercera izada de los náufragos falló la grúa mecánica. Era la primera vez que sucedía algo así.
El patrón, Joaquín Rey Alvarez; su hermano José Manuel, sus hijos Ismael y Joaquín Rey Escribano, y los marineros Felipe Vilela Conde y Manuel Pasantes País se salvaron. Alberto Blanco, alcalde de Muxía, de donde son originarios todos los tripulantes del pesquero, se apresuró a declarar jornada de luto.
. Francisco Lires y Salvador Toba perecieron durante las operaciones de salvamento. Un brusco tirón en el cable que los izaba con vida al helicóptero de rescate inutilizó la grúa, por lo que tuvieron que ser depositados en el mar y, aunque durante varios minutos se les tuvo a la vista, finalmente desaparecieron en el fuerte oleaje, hasta que a primeras horas de la mañana pudieron ser hallados sus cadáveres. Los otros seis pescadores fueron rescatados con vida en una noche de intensa zozobra para todos."Cuando fuimos a mirar a la sala de máquinas, ya las planchas estaban flotando y, en esas condiciones, quién sabe por dónde viene el agua", relata Joaquín Rey, hijo del patrón. El Rey Álvarez Dos, botado hace unos 20 años, era un palangrero grande, de 25 metros de eslora y 99 toneladas de registro bruto, y en aparente buen estado gracias a sus continuos remozamientos en los paraderos de Muxía (A Coruña), donde tenía su base. Los armadores son cuatro hermanos, los Rey Álvarez, de esta localidad de la Costa da Morte, y disponen de otro barco de similares características. Nunca habían sufrido ningún percance de gravedad, hasta ahora.
El palangrero solía faenar en tomo a los cantiles de la Estaca de Bares. En su última marea lo patroneaba Joaquín Álvarez Rey, uno de sus propietarios, y llevaba a bordo ocho tripulantes, incluido el patrón y dos de sus hijos, Joaquín e Ismael.
Eran las doce de la madrugada, había marejada y el viento soplaba con fuerza seis cuando la tripulación se percató de la vía de agua que comenzaba a inundar la sala de máquinas del palangrero y amenazaba con hundirlo. "Tal vez saltó una tabla de abajo, imposible saberlo", apuntaba consternados los supervivientes.
Comunicaron su emergencia al Centro Zonal de Coordinación de Salvamento Marítimo de Finisterre y desde aquí se envió de inmediato en su ayuda al buque Alonso de Chaves, a la embarcación Salvamar Touriñán y al helicóptero Pesca II de la Xunta de Galicia.
Localizad o el barco a 40 millas [74 kilómetros] al noroeste de A Coruña, desde el Pesca II se les intentó pasar una bomba de achique para que pudieran mantenerlo a flote. No fue posible y, con las reservas de combustible al límite, el helicóptero tuvo que regresar a su base. Mientras, el Helimer Galicia se acercaba a la posición del barco cuando ya se hacía imparable su hundimiento.
Desde este segundo helicóptero los equipos de rescate comprobaron que era imposible salvar a los marineros desde otro barco. Les dieron instrucciones para que antes de que el pesquero se fuera a pique lo abandonaran utilizando los chalecos y el bote salvavidas. Para organizar la evacuación, un tripulante del helicóptero bajó también hasta el bote. Minutos después, en la movida oscuridad de la marejada, se iniciaba el rescate con un eslinga-arnés doble, que permite izar hasta a dos personas a la vez. Al subir a la tercera pareja se produjo el bloqueo de la grúa y el helicóptero tuvo que soltarlos en la confianza de que llegarían a nado de nuevo al bote.
Joaquín Rey ya había sido rescatado y no pudo ver lo que ocurrió con ellos. "No cayeron de la balsa, eso sí lo sé", recuerda. "Todos los que fuimos rescatados nos enganchábamos primero y nos tirábamos luego al mar, y de ahí nos subían. Ellos, igual; no sé qué pasó". "A mi hijo me lo van a traer muerto; nada más. Después, de cómo fue o no fue, cada uno tiene su versión y cada uno dice lo que le da la gana", sentencia entre lágrimas la madre de Francisco Lires.
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