Un desastre de corrida
Miguel Rodríguez demostró que tiene valor y que es un mal banderillero. Pareja-Obregón guarda en un tarrito así de pequeñito una gotita casi imperceptible de pellizco artístico, y el Umbreteño derrochó ganas, pero no pudo pasar de una inútil porfia. Entre, ellos y los toros, la Feria de San Miguel se cerró con un desastre de corrida.En gran parte, no en toda, la culpa fue de los toros, que compusieron un conjunto de auténtica birria por su mansedumbre, su falta de casta, su invalidez y su aspereza; todos miraban con aviesas intenciones, casi todos huyeron del castigo, y ni uno embistió con franquía.
Así fueron los de Gavira, pero con peor estilo se comportaron los del Conde, especialmente el sobrero, que se hizo acreedor de todos los premios que a la rnansedumbre pudieran concederse Fue un animal incierto y áspero que se aculó en tablas a las primeras de cambio y puso en,apuros a todo el que pretendía acercársele.
Gavira / Rodriguez, Pareja, Umbreteño
Cinco toros de Gavira (1º devuelto por inválido), mansos y descastados. Sobrero y 6ºdel Conde de la Maza mansos y ásperos.Miguel Rodríguez: dos pinchazos y estocada (silencio); media y dos descabellos (vuelta). Martín Pareja-Obregón: pinchazo que descabella (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio). Francisco Miguel Umbreteño: dos pinchazos (silencio); dos pinchazos, estocada -aviso- y descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 28 de septiembre. Última corrida de feria.- Media entrada.
Rodríguez tuvo un gesto de vergüenza torera, y después de que un subalterno intentara sin éxito colocar el, primer par de banderillas, tomó los palos y despejó el ruedo. El toro no colaboró -eso ya se sabía-, y el diestro hizo el ridículo porque dos de los pares colgaron de los costillares de aquella manera; de donde se deduce que para ese viaje no se necesitaban alforjas. Mejor dicho, que el maestro que toma los palos es para lucirse y no para quitar un mal rato a la cuadrilla.. En la muleta, el manso no tuvo un pase. El cuarto era de ganadería distinta, pero parecía hermano del anterior. Rodríguez realizó un quite por chicuelinas ejecutado con lentitud y armonía. Fue lo mejor de su tarde. Volvió a banderillear y dejó claro que esa suerte no es su suerte. Después, se envalentonó y aguantó estoico tarascadas variadas de un toro difícil. La faena careció de ligazón, no hubo lucimiento, pero sí la emoción del peligro.
Pareja-Obregón no quiere, o no puede despegar. El sabrá descifrar el misterio. Lo cierto es que el empresario sevillano dijo
en su día que lo contrataría hasta el año 2000 -para eso es amigo de la familia- y ahí siguen ambos con la promesa, sin motivó ni razón taurina, cerrando el paso a otros toreros. Pero así es la vida: quien tiene padrino se bautiza, y Martín lleva los pelos mojados desde que tomó la alternativa. La verdad es que no decepciona, pero tampoco arrebata. Así se puede llevar toda la vida. Es torero que guarda una gotita de esencia, pero es muy ta-
caño a la hora de esparcirla. Tiene personalidad, traza los muletazos con gusto, pero se queda siempre a medio gas, en un inexplicable conformismo que a nada bueno conduce fuera de Sevilla, donde no tiene padrino. En su primero consiguió unos aceptables detalles de artista: un cambio de manos, una trincherilla, un molinete.... pero su labor no fue maciza ni ligada. Se justificó en el quinto, un toro parado y más descastado aún.
Umbreteño se las vio y deseó con un lote inservible. A su primero, un dechado de genio y aspereza, parecía imposible torearlo, y se le notó que le falta la experiencia que ofrecen las corridas. Le sobra voluntad, valor y entrega, que no son malas compañías. El último tampoco era fácil y se peleó de verdad. Su embestida era bronca pero el torero se la jugó sin éxito, a sabiendas de que su único padrino es el de la pila bautismal.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.