Camino de los hielos

Si uno hace un sondeo entre las personas del buque de investigación oceanográfica Hespérides acerca de cuál es la pregunta que más a menudo se les hace en tierra, la mayoría coincide en una: "¿Hace mucho frío en la Antártida?". Inmediatamente surge otra casi igualmente habitual "¿Has visto pingüinos?". Y la tripulación también recuerda preguntas acerca de los osos polares (que son del Ártico). Lo cierto es que, aunque el buque navega estos días por latitudes subtropicales -primero desde la Península a Canarias y ahora hacia Barbados para llegar al continente helado en diciembre-, la Antártida es el emblema del Hespérides. Por eso tiene el casco pintado de naranja, un color singular en la Armada Española pero habitual en los barcos que se desenvuelven en los paisajes blancos y que necesitan ser vistos.A lo largo del trayecto desde Gibraltar a Canarias, los técnicos de equipamiento científico se han encargado de hacer descender 24 veces -y hasta 1.000 metros de profundidad cada vez-, la sonda de toma de datos. El trabajo ha sido continuo día y noche, pero comentan que no ha sido duro. Todos ellos (siete especialistas de alta cualificación de la Unidad de Gestión de Buques Oceanográficos, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) han estado ya en la Antártida y dicen que allí todo es mucho más penoso, que hay que salir a la cubierta helada a manejar los equipos de sondeo, los cañones de aire comprimido para hacer estudios geofísicos, los dispositivos para tomar muestras del fondo del mar...

Los investigadores se van turnando a bordo, pero la dotación militar está integrada por una única tripulación (57 hombres), que navega mucho más que en cualquier otro buque de la Armada. Por ello, lo que les duele del trabajo en el Hespérides es que para ellos las misiones se hacen eternas. Este año han salido de Cartagena el pasado día 26, y no regresarán a casa hasta el próximo abril. El año pasado fueron ocho meses ininterrumpidos de campaña. A cambio, la dotación elogia la flexibilidad en la organización del buque y las satisfactorias condiciones de vida.

Queda mucho tiempo de navegación por delante y en los primeros días de campaña se van planeando ocupaciones para las horas interminables. Por ejemplo, el sargento primero buzo Francisco López, de 39 años, y el marinero Óscar Balbuena han empezado a estudiar inglés con un ordenador en la biblioteca del buque.

Borja Aguirre de Cárcer, teniente de navío, que ha celebrado su 34 cumpleaños, a bordo del Hespérides con la primera fiesta de la campaña de este año, ha estado ya en la Antártida. Y comenta, por ejemplo, la tensión que supone navegar entre los "gruñones": los bloques de hielo viejo, de color oscuro, duro como piedra, que apenas afloran en el agua. "Para navegar en esas condiciones hay que ir muy atento e incluso con los focos encendidos", dice en el puente de mando.

El cabo Roberto Gutiérrez, de 41 años, es el único a bordo que ha participado en todas las campañas antárticas del Hespérides, desde 1991. La navegación llega a ser muy dura, no se cansan de repetir los veteranos como él. El Hespérides, explican, a veces se balancea tanto (hasta 40 grados en alguna ocasión), y durante tantas horas, que se pasa mal. Aún queda lo más difícil.