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Entrevista:

"Me falta ambición"

Amelia Castilla

Está consiguiendo que su vida se parezca un poco más a como ella deseaba. La mayor ambición de Sybilla (Nueva York, 1963) es ser rica en tiempo, disfrutar de la vida y entender de qué va la cosa. "Lo más importante en mi vida en este momento es la búsqueda de la coherencia. Conseguir que lo que siento, pienso, digo y hago se corresponda de alguna manera".Con el tiempo no ha conseguido superar el pavor que le producen las entrevistas, que acepta tras pensárselo mil veces y para las que pide cuestionario previo.

Pregunta. ¿Por qué decidió dejar su línea europea y quedarse sólo con Japón?

Respuesta. En ese momento estaba decidida a dejarlo todo. Empecé muy joven, con 19 años, y a los 29 sentía que todo había ido demasiado rápido. Aunque todoiba muy bien, yo no era feliz. De hecho siempre dije que me retiraría a los 30, porque no había fama ni dinero que pudiera compensar la vida que llevaba. Nunca había dado demasiada importancia al mercado japonés, era un mercado más donde vendíamos, me interesaba más cómo se vendía la ropa en Nueva York o París, pero mi crisis coincidió con un viaje a Tokio para inaugurar la tienda. Me pareció que, mientras en el resto del mundo mi ropa se vendía como algo exclusivo para élites, en Japón había conseguido llegar a más gente. Conseguir vender en un mercado tan competitivo era muy estimulante y no me pedían apariciones públicas, ni prensa, ni petardeo, sólo buenos productos. Además me facilitaron el poder trabajar desde Madrid. Gracias a ellos el cambio fue menos traumático, pude cambiar de vida, criar a mishijos y encontrar una manera de trabajar que me satisface.

P. ¿Trabaja siempre movida por su instinto?

R. Imagino que sí. Normalmente, la ropa que diseño tiene que ver de alguna manera con las experiencias que vivo, aunque poco a poco voy aprendiendo a distanciarme y a ser un poco menos visceral en mi trabajo.

P. El corazón de su empresa lo componen gente muy joven o amigos suyos. ¿Cómo hace la selección de personal?

R. Por principio, suelo contratar a alguien que esté cerca y que necesite trabajo. No busco profesionales. Prefiero que se vayan formando sobre la marcha, a su manera. Siempre ha funcionado muy bien; no sé si es suerte, intuición o qué, pero de lo que más orgullosa me siento después de estos años es de mi equipo y de haber creado una empresa que funcione no sólo económicamente, sino que genere trabajo.

P. ¿Se definiría cómo una diseñadora industrial?

R. Sí, sin duda. Aunque en casi todo lo que he hecho he intentado industrializar procesos tradicionalmente artesanos. Mi primer productor en Italia me decía que hacía la revolución industrial al revés, pero hoy día esa manera de confección aparentemente artesana es ya una realidad industrial, y lo mismo ha ocurrido con técnicas que utilizaba al principio en zapatos o sábanas. Me gusta trabajar con la industria, pero, sobre todo, me divierte desarrollar nuevosprocesos industriales, nuevas técnicas, nuevos productos.

P. ¿Es necesaria la diversificación para mantenerse en la moda?

R. No lo creo. Es una demanda del mercado que pide productos más personales. Es una tentación, económica para unos, creativa para otros, y una posibilidad de experimentar en nuevos campos. Al menos así ha sido para mí. Desde el principio empecé diseñando varias cosas y es el aspecto que más me gusta de mi profesión.

P. ¿En qué nuevos proyectos trabaja actualmente?

R. Velas, lámparas, vajillas, pero el proyecto que más me interesa es la construcción de la nueva sede de la empresa en Madrid. La arquitectura es mi pasión, aunque no tengo la osadía de pretender llevarlo adelante yo sola. Creo que es necesaria una revolución en la arquitectura, una reflexión urgente sobre las casas en que vivimos, el paisaje que construirnos a nuestro alrededor. Hay que desarrollar alternativas, y no estoy hablando sólo de estética.

P. "¿Tendremos en España acceso a todos sus diseños?

R. No. Yo realmente soy una diseñadora japonesa, y eso por ahora no va a cambiar. En este momento sigo intentando no complicarme demasiado la vida, al menos mientras mis hijos sean pequeños. En la tienda de Madrid, aparte de la ropa japonesa, se venden sólo algunas cosas que se producen en España para el mercado japonés. En la actualidad no interesa importar cosas de allí, porque serían demasiado caras, pero sin embargo sí se venden de vez en vestidos especiales que hago sólo para aquí, sin una regularidad fija, más como trabajo de investigación y placer que como negocio.

P. ¿Cómo vive una persona tan poco afín a llamar la atención el éxito que acompaña su obra?

R. Ahora ya no tengo problema, porque ya no se me pide que vaya de embajadora de mi trabajo, y me siento más libre. Hoy día, al diseñador se le pide que, además de tener talento, sea buen relaciones públicas y que se promocione a sí mismo tanto como su trabajo, y a mí esto no se me da bien. Me salí del mundo internacional de la moda porque no era capaz de seguir las reglas del juego y seguramente porque no tenía la ambición suficiente como para dedicar mi vida al éxito. De cuando en cuando surgen ofertas tentadoras que me hacen plantarme mi decisión. No lo sé, todavía me siento demasiado vulnerable.

Estoy bien así.

P. ¿Qué piensa de la moda actual?

R. Es un gran negocio, mueve mucho dinero, esto no me parece mal, pero hay unas reglas precisas que, yo personalmente, no me siento capaz de seguir. La prensa y la publicidad tienen mucho poder. El márketing y la promoción son muy importantes, más incluso que el producto diseñado. Por otro lado, la moda se ha democratizado, hay todo tipo de ropa a precios asequibles, ya no hay reglas, esto es una pequeña revolución, y me encanta.

P. ¿Qué es la elegancia?

R. Supongo que la gente intenta vestirse de una manera que le represente, como pintarse por fuera, copiar una imagen que estádentro; si se consigue esto, uno puede olvidar lo que lleva, superar su imagen. Creo que la paz, la seguridad que se refleja entonces, se podría llamar elegancia.

P. ¿Qué relación hay entre la persona y cómo viste?

R. La función de la ropa como un medio de expresión y comunicación siempre me ha parecido importante, y ahora es más fácil que nunca. Lo que me extraña es que con tanta oferta la gente no se suelte más.

P. ¿Por qué diseña trajes de novia?

R. Aunque no fuese más que como desafío, hacer un traje de novia es un ejercicio fantástico. Creo que en pocas ocasiones se le pide tanto a un vestido: que la novia se sienta cómoda, segura, guapísima, tiene que seducir a su novio, y gustar a su suegra y a la prima envidiosa. Tiene que ser el centro de atención, y mi objetivo es que se sienta tan bien que pueda olvidarse del vestido y pasárselo bien. Hacer un vestido a medida es un placer como lo es conocer a la persona que lo va a llevar y sus circunstancias. Además, nos permite hacer un trabajo más artesanal. Me siento muy cómoda haciendo vestidos de novia, y además me gustan mucho las bodas, uno de los pocos ritos que quedan de nuestra cultura.

P. ¿Cómo consigue aunar su pasión por la naturaleza con la sofisticación que marca su obra?

R. Mi obsesión por conseguir una proporción sin regla, por que cada pieza tenga fuerza y sentido, viene seguramente de mi observación de la naturaleza. No me inspiro directamente en ella; si copio sus formas, es un proceso inconsciente. La naturalidad está detrás de todo lo que hago, no como se entiende este concepto ahora (mi ropa es muy urbana y complicada), sino su estilo, el caos ordenado, los contrastes que funcionan, la manera en que la naturaleza crea un color extravagante, una cierta armonía donde todo tiene sentido.

P. ¿Qué diseñadores le interesan?

R. Me interesa mucho lo que hace Margiela con Hermes, Adeline André, Jean Paul Gaultier... En España creo que Amaya Arzuaga, Antonio Pernas y Duyos-Paniagua lo hacen muy bien.

P. Usted, que empezó en el oficio con Yves Saint Laurent, ¿qué le parece la política de fichajes de jóvenes para reflotar la alta costura francesa?

R. Muy divertida. Creo que han sido muy valientes. Renovarse o morir.

P. John Galliano fue capaz de alabar un abrigo diseñado por usted, ¿cree que en España somos poco dados al halago?

R. Creo que hay tópicos como el que dice que en España se halaga a los que empiezan y se machaca a los que llegan, o que en el país de la envidia es mejor no destacar. Pero yo desde luego no me puedo quejar.

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