Los integristas egipcios proponen una tregua de sus prisioneros a cambio de la libertad

Los integristas egipcios propusieron ayer una tregua al Ejército a cambio de la liberación de todos sus detenidos. La oferta fue realizada por la organización fundamentalista Gamaa Islamiya, que se atribuyó el atentado del pasado lunes en el templo de Luxor en el que murieron 68 personas, entre ellas 58 turistas extranjeros. "La Gamaa Islamiya puede paralizar sus operaciones armadas por un periodo determinado si el régimen egipcio cesa con la represión ejercida contra nuestros militantes y libera a nuestros prisioneros", afirmó ayer el grupo en un comunicado a la prensa internacional.

Los integristas reclaman asimismo la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, establecidas hace 17 años, así como la liberación de su jefe espiritual, el jeque Omar Abdel Rahmán, quien. se encuentra encarcelado en una prisión de Misuri (EE UU) cumpliendo una cadena perpetua por sus implicaciones en un atentado perpetrado en Nueva York en 1995.La Gamaa Islamiya aprovecha este comunicado para lanzar un nuevo ataque contra el Ministerio del Interior y contra el general Hasan el Alfi, quien hasta hace dos días tuvo la responsabilidad de la lucha contra el islamismo radical en Egipto, y al que se le acusa de ser el cerebro de una guerra sucia que se ha saldado con más de 1.200 muertos de los bandos.

"La destitución del ministro del Interior y su reemplazamiento no van a resolver los problemas del régimen egipcio", afirmaba el comunicado difundido ayer. Los integristas reclaman también al Gobierno que responda a las reivindicaciones de una "parte de la población", lo cual en su opinión no significa un desprestigio para el Estado, ya que según la Gamaa el deber de la Administración es "defender los intereses del pueblo".

La propuesta de tregua de este movimiento radical fundamentalista difícilmente tendrá respuesta por parte del régimen egipcio, que desde hace años ha optado por una política de represión sin ningún tipo de concesiones, una política en la que el Ejecutivo se ha reafirmado tras el atentado de Luxor.

Ayer, en un intento de excluir a estos islamistas de cualquier tipo de diálogo, se aseguraba que los responsables del atentado "no son musulmanes" y que "lo ocurrido en Luxor es una, traición al islam motivada por los demonios que dominan sus mentes". El anatema proferido contra este grupo de activistas fue pronunciado por el jeque Mohamed Sayed Tantawi responsable de Al Azhar, la institución más prestigiosa del islamismo suní, en el transcurso de un acto religioso.

Mientras, el nuevo ministro del Interior, Habib al Adli, que fue con anterioridad director del departamento de Investigaciones de Seguridad del Estado ha empezado a efectuar importantes cambios en el ministerio que preside y al mismo tiempo ha ordenado reforzar la seguridad en el área de Luxor encomendando la misión a la policía, al Ejército, a las fuerzas aéreas y movilizando también a la población local.

Pero las medidas urgentes de seguridad adoptadas ahora en Luxor difícilmente lograrán tranquilizar a los vecinos que vaticinan un parón en la industria hotelera y turística de la que viven directamente el 20% de los 160.000 habitantes de esta ciudad, mientras que prácticamente el resto se benefician directamente de ello.