El Gobierno ruso trata de calmar el nerviosismo por la ausencia de Yeltsin
, Un helicóptero conducirá esta mañana hasta la idílica región de VaIdai, unos 450 kilómetros al noroeste de Moscú, al vicejefe del Gobierno ruso, Borís Nemtsov, y al portavoz presidencial, Serguéi Yastrzhembski. Según éste, uno de los objetivos de su visita a Borís Yeltsin será "calmar el nerviosismo" por la prolongada ausencia del líder del Kremlin, que, entre su internamiento en unsanatorio, su trabajo a ritmo menos que lento y sus "vacaciones", lleva más de un mes fuera de circulación, lo que multiplica las especulaciones sobre su estado de salud.
Yastrzhembski dio a entender que el líder ruso está totalmente recuperado de la "aguda infección viral respiratoria" que obligó a internarle el pasado 10 de diciembre. A partir de entonces, se ha dicho y publicado de todo: desde que sólo se trata de un, "mal resfriado" hasta que se le han reproducido los problemas cardiacos que obligaron hace 14 meses a implantarle cinco puentes en el corazón, o que padece de demencia senil, arteriosclerosis cerebral o incluso Alzheimer.El portavoz del Kremlin reiteró ayer que Yeltsin volverá a su actividad normal el día 19, con una apretada agenda, y que viajará a Italia, entre el 9 y el 11 de febrero, y se entrevistará con el primer ministro, Romano Prodi, y con el papa Juan Pablo II.
La estancia del presidente en Valdai está resultando extrañamente solitaria, sin citas de trabajo y con sólo su esposa Naína al lado. Algo comprensible para un auténtico descanso, o convalecencia, pero poco recomendable para eliminar rumores alarmantes. Supuestamente, Yeltsin dedica varias horas al día a estudiar documentos, pasea y pesca a través de agujeros en el hielo. Pero la última vez que pudo verle el pueblo ruso fue en el mensaje televisado y pregrabado con ocasión de la Nochebuena ortodoxa, el pasado día 6. Aunque no ofrecía entonces mal aspecto, hubo cinco cortes en su breve alocución y leyó palabra por palabra, sin completar una sola frase de un tirón. Yastrzhembski prometió ayer que Nemtsov y él volverán provistos de fotografías y filmaciones que demostrarán que Yeltsin está bien.
Dentro de lo difícil que es interpretar los confusos signos sobre la salud de Yeltsin, parece lógico pensar que no existe un peligro inmediato de muerte, aunque no está tan claro que se encuentre en las condiciones óptimas para dirigir un enorme y complejo país sumido en una grave crisis económica y sin un equipo dirigente que actúe de forma coordinada.
Juicio público pendiente
Cuando el presidente ingresó en el sanatorio, tenía pendiente someter a su Gobierno a un juicio público durante el cual, supuestamente, iba a hacer rodar cabezas. Ese examen ha quedado pospuesto para febrero. Tampoco parece claro cuál será el destino del vicejefe de Gobierno, Anatoli Chubáis, que perdió la cartera de Finanzas tras verse envuelto en un escándalo por el cobro de un adelanto por un libro, sobre privatizaciones. Yeltsin ha dicho que no prescindirá de él, pero hay analistas que creen que sólo espera la ocasión para sacrificarle en el altar de la concordia con la oposición.La caída de Chubáis, tan odiado en Rusia como apreciado en los organismos financieros internacionales, podría significar un cambio fundamental en la política económica en línea con las exigencias de comunistas y nacionalistas, que tienen mayoría en la Duma. Pero Yeltsin no parece haber tomado aún la decisión de acabar con una reforma radical que da prioridad absoluta al desarrollo de la economía de mercado a costa de descuidar los aspectos sociales.
El primer ministro, Víktor Chernomirdin, que lleva ya más de cinco años en el cargo gracias a su camaleónica capacidad para llevarse bien con tirios y troyanos, aparece como el principal beneficiado de esta indefinición, ya que ninguna de las posibles salidas tiene por qué perjudicar su posición, que utiliza como trampolín para suceder a Yeltsin en el año 2000.
Un liderazgo fuerte, o un Yeltsin recuperado, es lo que Rusia necesita para bregar con el problema checheno. Cuatro botones de muestra: la república rebelde emite ya sus pasaportes; el hombre encargado de formar Gobierno (el ex jefe guerrillero Shamil Basáiev) tiene una orden de busca y captura en Rusia confirmada ayer por el fiscal general; habrá un nuevo ministerio: el de la ley islámica; y el ministro del Interior ruso (Anatoli Kulikov) defiende una intervención armada que acabe con los bandidos que atacan al Ejército en repúblicas vecinas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.