Rockeros, intimistas y costumbristas
Las fronteras no están del todo definidas -"el nuevo autor es el que remezcla", asegura el profesor de Literatura Antonio Orejudo-, pero la clasificación es posible. Los narradores del tercer milenio se agrupan bajo tres grandes tendencias: rockeros, intimistas y costumbristas.La más claramente definida es la integrada por la hermandad de los rockeros. Las motos, la cocaína, los okupas, la música y una cierta marginalidad contracultural llenan buena parte de sus textos. Se dicen deudores de Carver y Ford, aunque, más que realismo sucio, de sus libros se desprende, sobre todo, reflejo de una realidad. A Benjamín Prado le gusta que se vean los días en que están escritas sus obras. Sus personajes escuchan a Blur y a los Clash y se saben de memoria los poemas de Seamus Haney. Él, Ray Loriga y José Angel Mañas compondrían el trío que podría encabezar este selecto club.
Como escritor, a Orejudo se le podría encasillar entre los autores que trabajan la literatura en su relación con la historia. En esa lista de autores de novelas costumbristas y exquisitas que retratan una época figuraría junto a Prada, Juan Bonilla, Belén Gopegui, Ignacio M. Pisón, Luis Magrinyá, Francisco J. Satué o Juana Salabert.
La recreación de ambientes, la existencia, la búsqueda de la inocencia o la iniciación en la vida podrían ser las principales características del tercer grupo, encabezado por la consagrada Almudena Grandes, Felipe Benítez Reyes, Francisco Casavella, Lucía Etxebarria, Tino Pertierra.
Respeto
A diferencia de países como Italia o el Reino Unido, el crítico Ignacio Echevarría piensa que en España se escribe menos en clave contracultural y gamberra. "La generación joven tiene bastante respeto por la institución literaria".Si los ochenta supusieron el boom de la poesía, de los noventa se puede decir que han significado la irrupción de la novela, al tiempo que los lectores se han decidido cada vez más por escritores nacionales en lugar de extranjeros, como ocurrió en los setenta y en los ochenta. Buenos poetas, como Felipe Benítez Reyes o Benjamín Prado, compaginan la lírica con la narrativa. Hay excepciones, como la de Antonio Álamo, reconocido como autor teatral, que también puntúa en el género de moda.
Lo que en ningún caso es nuevo es la capacidad camaleónica del gremio. Son bastantes los que con el éxito dejan la editorial que los acogió antes cuando su firma no cotizaba. Los editores parecen dispuestos a correr ese riesgo, aunque sólo sea por los libros que dejan antes de partir. De hecho Prada y Etxebarría tenían comprometidas las novelas con las que han ganado los últimos premios con otras editoriales.
Babelia
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