El Vaticano espera que el viaje marque una nueva etapa en la historia de Cuba

"La mirada profética del Papa llega lejos. En cada acontecimiento de la historia hay un principio, un durante y un después, y Juan Pablo II, dedicando este viaje a la Virgen de la Caridad del Cobre es consciente del alcance histórico de este peregrinaje que desea marcar un nuevo comienzo de la historia de Cuba". L'Osservatore Romano, el órgano oficial de la Santa Sede, destacaba así en un suplemento especial, dedicado al viaje los objetivos del Pontífice.

El diario vaticano se pregunta si no ha llegado el momento de que Cuba y EE UU regularicen sus traumáticas relaciones. Como señala Paolo Befani en uno de los artículos sobre la isla, "privada de la cobertura militar de la URSS, Cuba no puede ya desafiar a Washington, y Estados Unidos no tienen ningún motivo para estar en guardia".

"Rezad por mi viaje a Cuba, y también por mi retorno" pidió el Papa a los fieles que llenaban el domingo la plaza de San Pedro del Vaticano. Con relativo buen aspecto y excelente humor, Juan Pablo II reclamó así, con cierta ironía, apoyo moral, para una empresa que ha despertado el interés de los medios de comunicación de todo el mundo y ha desatado toda clase de especulaciones.

Más allá de los valores pastorales de esta visita de cinco días al único país de Latinoamérica que aún no ha visitado, a nadie se le escapa que la presencia de Karol Wojtyla en la isla puede servir de catalizador a un movimiento moderado que facilite la transición al poscastrismo.

Suavizar el embargo

Los periodistas norteamericanos -buena parte del contingente de 3.000 reporteros que cubrirán la visita pontificia- han sido los primeros en señalar que la presencia del Pontífice en la isla puede contribuir decisivamente a que el presidente norteamericano, Bill Clinton, permita suavizar el embargo impuesto hace casi 39 aflos contra Cuba. Actualmente, la presión del exilio cubano en Miami se ha atenuado con la desaparición de Jorge Mas Canosa, fallecido a finales del año pasado."El futuro político a largo plazo y el destino definitivo de Cuba y de sus 11 millones de habitantes puede decidirse en dos conversaciones entre Wojtyla y Castro". La frase de Tad Szulc, periodista polaco afincado en Washington y autor de sendas biografías sobre Juan Pablo II y Castro es, quizá, exagerada, pero encierra mucho de cierto.

Szulc, antiguo corresponsal diplomático de The New York Times, señala que "para el Papa, Cuba puede representar la última gran empresa política y diplomática de mediación ideológica. En cuanto a Castro, ésta puede ser su última oportunidad para intentar garantizar una transición que conserve los resultados conseguidos en materia de justicia social por la revolución de 1959 que él propició".