La Marina argentina impide que se degrade a Astiz, expulsadopor Menem
Los jefes de la Marina argentina lograron impedir la humillación de asistir a una ceremonia de degradación pública del capitán de navío Alfredo Astiz, tal y como pretendía inicialmente el presidente Carlos Menem, que el viernes ordenó por sorpresa a destitución de su condición de militar de quien se ha convertido en uno de los símbolos más reconoidos de la represión de los años setenta. Fue la respuesta de Menem, como comandante jefe de las Fuerzas Armadas, a las últimas declaraciones de Astiz publicadas por la revista Trespuntos.
"Soy el hombre mejor preparado técnicamente en este país para matar a un político o un periodista ...", "...todos los días vienen camaradas a pedirme queencabece un levantamiento...", "...no nos sigan acorralando, porque no sé cómo vamos a responder", son algunas de las frases que provocaron estupor en Argentina y en el exterior.El presidente se refirió en los últimos días a la posible degradación de Astiz, en una ceremonia pública como dispone el reglamento militar, que reserva dicha pena a los culpables de "delitos infamantes" y alta traición. De haberse llevado a cabo tal humillación, un subalterno de Astiz le habría arrancado sus insignias y tirado al suelo el sable. Poco después del anuncio de la destitución del capitán de navío, el jefe de gabinete, Jorge Rodríguez, declaró que el sumario militar seguía su curso y "terminará en degradación".
Un portavoz del ministro rectificó posteriormente estas palabras, que calificó de "error involuntario". Fuentes de la presidencia indicaron a EL PAIS que la degradación -"antesala de la pena de muerte"- "era dramatizar demasiado, y habría implicado casi un consejo de guerra". Desde las filas de la oposición, que ha aplaudido la expulsión de Astiz, se reclama la degradación en ceremonia pública, según puso de manifiesto el senador radical Leopoldo Moreau.
Para la cúpula de la Marina, cerrar el caso Astiz con la máxima sanción disciplinaria, como es la destitución, es un respiro, después de haberlo protegido hasta el 18 de junio pasado estuvo trabajando en el servicio secreto militar pese a estar retira do- y haber resistido las intensas presiones políticas por las de claraciones del conocido como Ángel de la Muerte. Pero la Armada, donde perviven enquistados numerosos oficiales nostálgicos de la dictadura y fieles al excomandante jefe y ex miembro de la junta militar Emilio Massera (1976-1981l), difícilmente habría soportado una humillación pública como la degradación.
La sanción disciplinaria de destitución significa "la pérdida definitiva del grado" y "la baja de las Fuerzas Armadas", según el artículo 552 del Código de Justicia Militar. Implica la pérdida del derecho a cobrar cualquier tipo de pensión militar -el sancionado se ha convertido en un civil- y "la pérdida de todo derecho contra el Estado por servicios anteriores". Sin grado militar, sin sueldo y sin gloria, Alfredo Astiz acaba su carrera llevando el estigma de ser el símbolo de la guerra sucia. Como civil, tiene enfrente once causas pendientes ante la justicia, por apología del crimen, sedición, intimidación pública y amenazas, entre otros delitos. A última hora de ayer se esperaba su salida del Edificio Libertad,. sede de la Marina, donde cumplía un arresto de 60 días por sus declaraciones.
Menem ha tenido la habilidad de actuar rápido y con contundencia para resarcirse del descrédito que le supuso su iniciativa de demoler la ESMA (antiguo centro de tortura de la Marina) y edificar en su lugar un monumento a la unidad nacional, rechazado por amplios sectores.
Astiz no puede salir de Argentina desde 1990, cuando fue juzgado en rebeldía por un tribunal de París, que lo condenó a cadena perpetua por el secuestro y desaparición de dos monjas francesas. Pasó a retiro en diciembre de 1995, antes de un viaje de Menem a Francia. La Embajada" francesa en Buenos Aires emitió un comunicado en el que señala que Astiz "no es más que un asesino que debería purgar una pena de cadena perpetua". En marzo de 1997, durante una visita a la capital argentina, el presidente francés, Jacques Chirac, expresó su deseo de que "Astiz, ese asesino, pueda cumplir su condena en Francia".
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