Berasategui logra agotar a Agassi
El español acaba con sus síndromes y alcanza los cuartos del Open de Australia
Se acabó la penuria. El deambular por las pistas de Alberto Berasategui parece haber llegado a su final. El tenista vasco ganó al nortamericano Andre Agassi por 3-6, 3-6, 6-2, 6-3, 6-3 y pasó a los cuartos de final, donde se enfrentará al chileno Marcelo Ríos. El Open de Australia ha revitalizado a Berasategui, le ha devuelto la confianza y le ha impulsado hacia las cotas anunciadas en 1994 cuando no sólo se clasificó para la final de Roland Garros sino que ganó siete torneos y disputó el Masters. Aquel jugador de fuerza inagotable, de total convicción en sus posibilidades, del drive absolutamente atípico pero tremendamente efectivo parece haber renacido. En Melbourne, Berasategi dio ayer un paso de gigante no sólo para abrirse camino en el Open de Australia, sino para derrotar finalmente todos sus síndromes.Su trayectoria en el torneo no deja lugar a dudas. Los dos últimos partidos los ha ganado contra dos de los jugadores más en forma del momento y superando las tres mangas. Precisó de cuatro contra el australiano Patrick Rafter y agotó las cinco frente a un Agassi que ha encontrado el camino de su recuperación. Nadie, ni siquiera él mismo, puede poner en tela de juicio que el síndrome de los calambres está superado. Berasategui, que había visto esfumarse muchas oportunidades de victoria en los torneos del Grand Slam por no ser capaz de soportar físicamente las cinco mangas, ganó a Agassi precisamente por su mejor condición física y por soportar mejor el desgaste psicológico.
El partido fue un compendio de estrategia, de desgaste, de presión y de buen juego. Agassi, que en abril cumplirá 28 años, comenzó pletórico de fuerza y llevó de cabeza al español con golpes certeros en los ángulos, desplazándolo con constantes ataques hacia su revés. Fueron momentos de ciertas dudas para Berasategui. Pero el vasco siguió la estretegia marcada desde el principio al pie de la letra: soportó lo mejor que pudo el ataque en tromba de Agassi, intentó desgastarle física y psíquicamente y esperó pacientemente que llegara su turno.
Las dos primeras mangas constituyeron un recital de las prerrogativas lógicas de un ex número uno del mundo, ganador de tres torneos del Grand Slam. Pero a partir de la tercera, comenzó a comprobarse que Agassi no está todavía metido de lleno en la alta competición. Ha recuperado, eso sí, las ganas por jugar al tenis, se siente fuerte y seguro con sus golpes, ha perdido nueve kilos y eso le ayuda a moverse con mucha velocidad. Pero ayer pudo constatar que bajo presión y con desgaste encima aún no es el de 19951 cuando ganó el Open de Australia y se convirtió en número uno mundial.
El desolador panorama del principio se fue modificando a partir del tercer set. Los golpes de Agassi quedaban algo más cortos, su servicio perdió efectividad y el resto, que le había dado muchos puntos directos hasta entonces, comenzó a crearle dudas. Fueron factores determinantes para el futuro del partido. Permitieron a Berasategui meterse dentro de la pista y pasar a controlar el juego. El jugador vasco pareció resurgir de sus propias cenizas, vio llegado su momento y decidió lanzar un ataque furibundo y mortal al norteamericano. La estocada fue determinante. Agassi buscaba ya soluciones en la grada donde su esposa, Brooke Shields, hacía gestos visibles de preocupación y donde su entrenador, Brad Gilbert, mostraba sólo sorpresa y desolación.
No las encontró. Berasategui, aupado por un grupo de compañeros en el que se encontraban Javier Duarte -su entrenador-, Álex Corretja, Manuel Santana, Ángel Giménez, Gabriel Urpí y su padre fue desgranando todos los resortes de su juego y elevó la hipótesis a la categoría de realidad. Al final, tras dos horas y 31 minutos de un tenis genial, levantó los brazos al cielo y lanzó un grito de aprobación. Logró el objetivo, eliminó a Agassi y se libró de un auténtico problema. Ahora le espera Marcelo Ríos, octavo jugador mundial, un tenista imprevisible, capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo partido. Si le supera se encontraría en semifinales con el francés Nicolás Escudé (81º mundial), de 21 años, o el el alemán Nicolás Kiefer (29º), de 20, que ayer superaron los octavos y se enfrentarán en cuartos.
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