La inversión educativa española, en la media de los países desarrollados
La OCDE considera que el dinero no garantiza la calidad
El comportamiento del gasto público en educación de España, del 5,6% del producto interior bruto (PIB), se mantiene justo en la media de los 25 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según el último informe de esta organización, Análisis del panorama educativo, 1997, basado en datos de 1994 y 1995. En los niveles de primaria y secundaria, España se encuentra por encima de esta media, pero en la enseñanza superior, con el 1% del PIB, se sitúa tres décimas por debajo de la media. Pero España dedica a la concesión de becas menos que la media de los demás países.El estudio analiza por primera vez los datos de 1994 y 1995 para formular las consiguientes recomendaciones. El que el porcentaje sobre el PIB coincida entre diversos países no quiere decir que la cantidad real destinada a cada alumno sea la misma, ya que entran en juego factores como la pirámide demográfica y el PIB por habitante.
España comenzó a aproximarse a la media hace varios años, invirtiendo principalmente en infraestructuras y escolarización. Queda pendiente la mejora de la calidad de la enseñanza: es, después de la Bélgica de habla francesa, el país de rendimiento escolar más bajo en lectura (entre los alumnos de 14 años) y ocupa el quinto lugar, empezando por la cola, en matemáticas y ciencias (13 años).
Fracaso escolar
El estudio destaca como factor asociado al éxito o fracaso escolar las diferencias sociales, y recomienda la igualdad de oportunidades para todos" no solamente en términos de inversión económica, que por sí sola no garantiza la calidad, sino de la formación del profesorado, el buen funcionamiento de la escuela y los programas compensatorios.Entre los escolares con calificaciones más bajas en lectura hay más varones que hembras, pero ocurre lo contrario en ciencias y matemáticas. La desventaja lingüística (en el caso de origen migratorio) influye asimismo en el fracaso escolar. La extensión de edad en la formación obligatoria (en España, hasta los 16 años) no palia forzosamente el abandono prematuro de las aulas, según el estudio, que recomienda una política de reforma de planes de estudio, de mayor participación de los alumnos y de variedad de aprendizajes para hacer más atractiva la escuela.
Otros de los puntos se centran en los motivos de abandono de los estudiantes y en el crecimiento generalizado de la tasa de demanda de ingreso en la formación superior. Aunque los expertos admiten que ha habido una mayor diversidad generalizada de oferta de estudios en el nivel superior, recomiendan "reforzar y aumentar esta respuesta" facilitando "nuevos medios que varíen las fórmulas de ingreso, selección y salida".
Para evitar la deserción y el fracaso escolar, con los costos financieros que ello implica, proponen que se introduzcan variaciones en los primeros años de carrera, facilitando la movilidad con un mayor uso de módulos de transferencia de los créditos.
En el análisis queda reflejado que no acreditar un curso "no siempre es un fenómeno negativo". Se puede deber a un intento de esperar cuando el alumno está desorientado, a un deseo del estudiante de permanecer un curso más en las aulas o a una decisión de cambiar de orientación. La inexistencia de una adecuada diversidad de opciones y de caminos a seguir resulta, para los autores del informe, una de las causas importantes del abandono y el fracaso escolar.
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