Los voluntarios hacen de Bagdad un cuartel
Bagdad se convirtió ayer en una especie de cuartel. Centenares de ciudadanos irrumpieron en el centro de la capital para recibir instrucción militar. Eran los miembros selectos de ese Ejército de un millón de voluntarios, que el presidente iraquí, Sadam Husein, trata desde hace cerca de un mes de poner en pie de guerra para enfrentarse a los norteamericanos. Todos vestían de civil. Muchos incluso habían llegado al lugar de la concentración con chaqueta y corbata. Aunque en su mayor parte eran hombres de edad avanzada, entre los milicianos voluntarios había jóvenes y algunos ancianos.
ENVIADO ESPECIAL, Un militar en traje de campaña separó a los voluntarios por grupos, según criterios misteriosos. Luego se colocó al frente y con voz firme empezó a impartir la instrucción castrense.El grupo de civiles voluntarios estuvo durante buena parte de la mañana haciendo las delicias de la prensa internacional, que acudió presurosa con las cámaras hasta el lugar del entrenamiento. No hubo ni un solo minuto de descanso. Cuando la tropa, cansada de tanto ir y venir a lo largo del parque, trataba de tomarse un momento de reposo, llegaba un nuevo espectador rezagado. Como si se tratara de un resorte, la tropa de hombres ajados se ponía entonces de nuevo en marcha. Arriba y abajo.
Los observadores internacionales aseguran que estos espectáculos sólo se celebran en días muy señalados, en los momentos en los que el régimen necesita dar a la comunidad internacional la imagen de un país movilizado y unido. Pero sobre todo siempre y cuando haya cerca una cámara de la televisión extranjera.
La meticulosidad con que el régimen iraquí ha venido poniendo en escena esta movilización supuestamente espontánea de voluntarios no es un hecho novedoso. El pasado mes de noviembre, prólogo de la actual crisis, el Gobierno movilizó también a sus ciudadanos. Los encuadró ante las cámaras configurando un hipotético ejército de fedayines, al frente de los cuales colocó a Uday, el primogénito del dictador.
Bagdad es una ciudad permanentemente maquillada. Ocho años después de que fuera duramente bombardeada no aparecen en ellas signos de destrucción. Todo ha sido minuciosamente rehabilitado. Las autoridades municipales han seguido un programa perfectamente estudiado con el que se levantó la moral de la población y se demostró a la opinión pública internacional la capacidad y el poderío de Irak.
"Todo esto es de cara afuera. Todo eso es el escenario", aseguraba ayer un espectador crítico y anónimo, quien en voz baja hablaba de los cotidianos cortes de luz, unas restricciones que duran de dos a tres horas diarias y que afectan a la práctica totalidad de los barrios pero que nunca llegan a hacerse evidentes en las zonas residenciales ni en los hoteles internacionales.
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