Del paro virtual al paro real
Madrid crea menos trabajo que Cataluña y su contribución a la reducción del desempleo en el conjunto del Estado roza lo puramente testimonial, según el autor.
El Gobierno del Partido Popular, desde que comenzara a gestionar la Comunidad de Madrid, ha venido poniendo el énfasis en la lucha contra el paro. Ese énfasis ha ido acompañado de una permanente presencia en los medios de comunicación del presidente y del consejero de Economía presentando como un "éxito" el volumen de creación de nuevo empleo y la reducción del número de parados reflejados en la Encuesta de Población Activa (EPA). Tal énfasis es una muestra más de una política de autobombo que en muy poco se corresponde con lo ocurrido. No hay más que analizar la evolución de la EPA en Madrid en el trienio 1995-1997 para darse cuenta del enorme abismo existente entre la realidad y el mundo virtual que diseña la propaganda del Gobierno regional. Madrid tiene hoy más de 396.000 desempleados. Entre junio de 1995 y diciembre de 1997, el paro se ha reducido en sólo 22.000 personas. El compromiso de Ruiz-Gallardón fue reducirlo en 200.000 al finalizar la legislatura. Al día de la fecha apenas ha superado el 10% del objetivo asumido. Y lo grave es que esa deficiente evolución del paro se produce en una situación económica enormemente favorable nacional e internacional.Una situación económica parecida -con elevado crecimiento económico- la vivió Madrid en la legislatura pasada, antes de la crisis. Y el análisis de los datos da resultados contundentes: si a finales de 1997 Madrid registra una tasa de paro del 18,4 %, en 1991 ésta se situaba en el 12,2%. Es decir, seis puntos por debajo.
Si lo hasta aquí referido es preocupante, lo es aún más la evolución del paro en Madrid en comparación con la de España y, de una manera muy especial, con la de una región de parecidas características demográficas e industriales: Cataluña. En el trienio 1995-1997, mientras Madrid sólo reducía el paro en algo más de 14.000 personas, Cataluña lo hacía en 120.000 y el conjunto del Estado en 407.000, lo cual quiere decir que esa comunidad ha sido capaz de reducir el 29,7% del total del paro de España en tanto que Madrid lo ha hecho en el ridículo porcentaje de un 4,5%.
Esos datos, de por sí preocupantes, se agravan si analizamos la evolución de las variables de creación de nuevo empleo (ocupados EPA): Madrid generó en 1995 111.500 nuevas ocupaciones. Si tenemos en cuenta que en ese año se comienza a salir de la crisis, lo previsible era que, al calor de la bonanza económica y gracias a las políticas conservadoras del PP, el número de nuevos ocupados se disparara al alza en los años posteriores. Pues bien, ha ocurrido todo lo contrario: el número de nuevos ocupados bajó a 50.700 en 1996 -menos de la mitad que en el año anterior- y a 37.300 en 1997 -menos de un tercio que en 1995-. Un fenómeno casi alarmante que se ha acompañado de una significativa reducción de la población activa.
Si a estas consideraciones añadimos que mientras en 1995 Madrid aportaba el 29,9% del total del nuevo empleo generado en España (111.500 sobre 372.700), y que en 1997 ese porcentaje se ha reducido al 10% (37.300 sobre 371.100), podemos darnos cuenta de la enorme falacia que supone afirmar que en materia de empleo "Madrid va bien".
¿Qué conclusión cabe extraer de los anteriores análisis? Que Madrid no está aprovechando la óptima situación económica para generar más y mejor empleo para reducir de manera suficiente el paro. Que los "planes de choque" del Gobierno regional del PP han tenido una incidencia nula en esa evolución. Que Madrid crea menos empleo que Cataluña y que su contribución a la reducción del paro en el conjunto del Estado roza lo puramente testimonial.
De ahí se deriva, a juicio de los socialistas, una necesidad apremiante: es urgente un ambicioso plan de empleo elaborado con la participación de los sindicatos, un plan de empleo innovador, que cuente con un importante volumen de recursos públicos, que sintonice con el impulso que en otros países europeos se está desarrollando.
Ni los planes de choque del PP ni sus presupuestos sirven a ese objetivo. Cifras cantan. Y lo peor es que detrás de cada cifra hay un hombre o una mujer, un joven o un parado de larga duración que ven con inquietud cómo, mientras los beneficios de la Bolsa se disparan día tras día, sus posibilidades de encontrar empleo se estancan o retroceden.
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