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La condena de 10 años a Papon pone fin al juicio sobre el pasado colaboracionista de Francia

El proceso penal más largo de la historia judicial francesa de los últimos 50 años acabó ayer en Burdeos con la sentencia que condena a Maurice Papon a una pena de 10 años de prisión por "complicidad en crímenes contra la humanidad". Después de una noche interminable de deliberaciones, la que corresponde a un juicio de seis meses, el jurado emitió un veredicto que, además de castigar al alto funcionario francés responsable de la detención y deportación de 1.690 personas a los campos de exterminio nazi, condena implícitamente a todos aquellos que sirvieron al régimen colaboracionista de Vichy.

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Pocos países en el mundo son hoy capaces de reabrir su historia paro exhumar un periodo sombrío, expurgar los hechos vergonzantes y arrostrar la dolorosa mirada del pasado. En el plano de la honestidad intelectual y moral, Francia ha pasado una página de su historia, ha terminado por arreglar sus cuentas, precisamente ahora que los herederos naturales de Vichy, el Frente Nacional, ponen en aprietos a la democracia francesa."Que este proceso haya tenido lugar y haya podido llegar a su término es una buena cosa para nuestro país", declaró la ministra de Justicia Elisabeth Guigou, nada más conocerse la sentencia. "Cada ciudadano ha podido interrogarse y reflexionar sobre la responsabilidad individual ante las órdenes que dictan los sistemas totalitarios", dijo la ministra. "Este juicio", añadió, "ha permitido a los jóvenes conocer ese periodo de nuestra historia".

El jurado de nueve ciudadanos, cinco hombres y cuatro mujeres asesorados por tres magistrados, emitió su veredicto minutos después de las 9 de la mañana tras 19 horas de deliberaciones y una noche de vigilia compartida desde el exterior por los familiares de los deportados muertos en los campos de exterminio nazi. Fatigados y tensos por esa noche que guardarán para siempre en su memoria, los miembros del jurado comunicaron su decisión al presidente de la sala Jean-Louis Castagnode y luego asistieron a la lectura de la condena sin cruzar una mirada con el antiguo secretario general de policía de la Gironda.

Maurice Papon, de 87 años, viudo desde hace una semana, escuchó el veredicto que le condena por "complicidad en las detenciones y secuestros" pero le exime del cargo de asesinato, ya que el tribunal entiende que ignoraba la solución final reservada a los judíos. Sólo al final de los considerandos Papon, que hasta entonces no había movido un músculo, colocó su mano junto a la oreja como si no lograra entender las palabras del presidente del tribunal. Tampoco reaccionó cuando el presidente del tribunal leyó la pena de 10 años prisión criminal y otros tantos de inhabilitación. Este hombre culto, refinado, orgulloso, que hizo carrera en la democracia hasta llegara ministro de Presupuesto con Valéry Giscard d'Estaing, se mostró impasible.

"Condena bastarda"

Fuertemente custodiado por los policías de élite que le protegen día y noche, Papon estrechó la mano de su abogado defensor Jean-Marc Varaut y abandonó el palacio de Justicia por una puerta trasera en dirección a su lujosa residencia de Grez-Armainvilliers. Antes, firmó el poder para la presentación del recurso de casación que le permitirá continuar en libertad hasta que sea estudiado, algo que previsiblemente no ocurrirá hasta dentro de 10 o 12 meses. Quien sí reaccionó, fuera de la sala y con palabras airadas, fue el letrado Jean-Marc Varaut. "Es una condena bastarda", dijo. "Una condena condenable. Esta gran lección de historia no se acaba con una decisión de los jueces". "Nadie cree en esta condena, fruto de la conjura", indicó, "destinada a lavar la vergüenza de Vichy".El abogado fue todavía más lejos: "Digo solemnemente que los jueces juzgan la historia y que ellos deben recordar que la historia les juzgará a ellos. No hay que confundir", añadió, "a un servidor del Estado [Maurice Papon] con el miliciano [policía francesa auxiliar de la Gestapo] Paul Toubier o el nazi Klaus Barbie". Los abogados de las acusaciones particulares se mostraron satisfechos, pese a que algunos de ellos echaron en falta una pena más elevada.

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