La ONU pide al Gobierno español que tome medidas concretas p ara frenar la violencia doméstica
Varias organizaciones eligen un centro de acogida para celebrar el Día de la Mujer
AMAYA IRÍBAR Madrid Mujeres maltratadas por sus maridos, compañeros y amantes hay en todo el mundo. Por eso la directora de la oficina de la ONU en España, Isel Rivero, eligió un centro de acogida de Madrid para conmemorar ayer el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Rodeada de víctimas de la violencia doméstica, Rivero pidió al Gobierno "medidas muy concretas" para acabar con un problema que ya ha costado la vida a ocho mujeres españolas en 1998. Al acto también asistieron la secretaria de la Mujer de CC OO, María Jesús Vilches, y la presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo. El Gobierno del PP no hace todo lo que puede en materia de malos tratos, según estas tres mujeres. "Las medidas se han anunciado, pero no se llevan a la práctica", se quejó Pérez del Campo, quien recordó que las víctimas de la violencia doméstica -en 1997 murieron 75 mujeres a manos de sus parejas- casi multiplican por diez las del terrorismo de ETA. El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Javier Arenas, y los represantes de las comunidades autónomas discutirán el lunes en la Conferencia Sectorial de la Mujer el Plan de Acción sobre la violencia contra las mujeres, cuyas medidas son, según Pérez del Campo, "demasiado generales y poco operativas". Pero la culpa no es sólo del Ejecutivo. Toda la sociedad, con los políticos a la cabeza, debe tomar conciencia del problema y, para ello, es necesaria una campaña de sensibilización "permanente", según Vilches. Incluidos los jueces que, según Pérez del Campo, no aplican las leyes como debieran. Las mujeres maltratadas que escuchaban querían respuestas más concretas. Como Toñi, que llegó al centro hace ocho meses con sus hijos, de ocho y dos años, de la mano. Esta mujer de 38 años ya no tiene miedo, pero llegó "sin nada", no tiene trabajo y no sabe qué hará cuando deba abandonar la casa de acogida, dentro de diez meses. O Luisa (nombre ficticio), que tiene cuatro hijas y debe pasar parte de su nómina a su ex marido. O Paula (nombre ficticio también), cuyo marido ocupa un piso que, según el juez, le pertenece. Acceder a una vivienda social, obtener un empleo y mantener a sus hijos a su lado son, tras la de mantenerse alejadas de sus maridos, sus prioridades.
Babelia
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