Una puerta al teatro
Móstoles recupera una escuela de interpretación ante el alud de peticiones de jóvenes
Manualidades, danza, jardinería, tiempo libre y.. por fin, teatro. Hasta ahora, los jóvenes de Móstoles (196.500 habitantes) amantes de la interpretación tenían que optar por una escuela privada o emplear su tiempo libre en pintar al óleo, bailar toda clase de ritmos o plantar geranios. En la larga nómina de talleres municipales no cabía el epígrafe "teatro", y la única alternativa asequible era una suerte de escuela que montó el grupo local Carpe Diem, ganador de varios certámenes nacionales de teatro. Esa experiencia nació y fracasó hace cuatro años por falta de tiempo y medios. Pero la idea y el alud de peticiones de los jóvenes mostoleños pervivieron.En febrero pasado, el Ayuntamiento recogió el testigo de aquel proyecto truncado creando una escuela de teatro con vocación de que perdure. Para empezar, se realizó una tímida convocatoria a la que respondió un centenar de potenciales alumnos dispuestos a pagar las 3.000 pesetas que cuesta el trimestre. Como rodaje, la escuela se ha estrenado en el sótano de la Delegación de la Juventud, en una pequeña habitación vacía que los promotores han ido llenando con una tarima, colchonetas de colores y sillas de tijera. Además, los 75 jóvenes que finalmente se matricularon tienen que conformarse con nociones básicas sobre interpretación. "Los niveles medio y avanzado llegarán el próximo año, entonces cada curso se prolongará desde septiembre hasta mayo y no por trimestres", anunció el edil de Cultura, Iván García, del PSOE.
En los cinco grupos en que se ha dividido al alumnado, hay de todo: desde la estudiante de 15 años que sueña con actuar bajo las órdenes del director de cine Quentin Tarantino, hasta el auxiliar administrativo que, con 30 años, se ha dado cuenta de que el teatro es una de sus máximas aficiones. "Lo que se pretende en este nivel básico son ejercicios de expresión corporal y algo de interpretación", comenta Fran cisco J. de los Ríos, monitor de la escuela, y a la sazón director del grupo Carpe Diem. Francisco se afana en convertir un pasatiempo en una profesión. "Intento que salgan de aquí con la confianza suficiente para dedicarse a esto", dice. No entra el monitor, sin embargo, en la manera de proseguir la aventura, bien a través de la Escuela Oficial de Arte Dramático de Madrid ("el que pueda pagárselo") o con más cursillos en el centro mostoleño.
Como hace unas semana, por ejemplo, cuando los 20 jóvenes del grupo de 17.00 a 19.00 se movían desesperados de un rincón a otro del aula buscando una puerta imaginaria. Al otro lado, según las instrucciones de Francisco, voces: los alumnos tenían que descifrarlas sin tocar el pomo ni atravesar el dintel invisible. Adolescentes, como Griselda, de 15 años, se pasaron 45 minutos atareados con la puerta ficticia. Cada uno imaginaba la escena a su manera. Esta joven quiso pensar que su puerta daba acceso al despacho de Al Pacino, su actor favorito, en la película El padrino II.
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