'Las tres Gracias' recuperan su esplendor
El Museo del Prado exhibe el proceso de restauración y la técnica de Rubens
Las tres Gracias, de Pedro Pablo Rubens, ha recobrado su esplendor y se ha asegurado larga vida, tras un año de restauración en el Museo del Prado. "Es una de las joyas de la pintura universal", dijo la ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, en la inauguración de la exposición, en Madrid. La muestra explica (hasta el 15 de junio) el proceso de recuperación del cuadro, realizada en colaboración con el Metropolitan Museum de Nueva York, y la técnica y los motivos que inspiraron al pintor del XVII.
Eufrosina, que significa gozosa; Aglaia, resplandeciente; y Thalia, floreciente, han vuelto a ser lo que fueron en aquella primaveral campiña donde las inmortalizara Rubens sólo dos años antes de su muerte (Siegen, 1577-Amberes, 1640). Las hijas de Zeus y Eurínome llevaban 55 años sin ser tocadas (en 1941 fue su última restauración), y en ese tiempo el delicado soporte de madera cedió, produciendo grietas y fisuras sobre la superficie de la pintura, que originaron pérdida de color,además de la suciedad. La restauración, iniciada en mayo de 1997, fortalece "el contraste entre el fondo granate y las figuras desnudas", explica Francisco Calvo Serraller; que agrega que ahora ve cómo " palpitan estos desnudos rubensianos con suave temblor translúcido, empapándose el blanco de la cálida profundidad". Para Aguirre, la restauración "es una clara manifestación de la vitalidad del Prado" que ha hecho compatible su actividad cultural con los trabajos de ampliación.
Los trabajos empezaron con el arreglo clave: el del soporte, de 2,30 por 1,90 metros, que duró cuatro meses. Un proceso a cargo de George Bisacca, del Metropolitan de Nueva York, y José de la Fuente, del Departamento de Restauración del Prado.
Se empezó, cuenta De la Fuente, por eliminar el chasis cte madera fijo, aplicado por el reverso en una intervención anterior, "que originaba el problema fundamental: grietas y fisuras que ponían en peligro la estabilidad del cuadro y su color". Un trabajo "muy difícil", porque la lámina de madera sobre la que está el óleo es sólo de seis milímetros de grosor. "Primero cerramos las grietas y luego hicimos unos bastidores especiales para dar flexibilidad" ,contó el restaurador. La fase de recuperación pictórica estuvo a cargo de Rocío Dávila, del Prado. La eliminación de la suciedad y de los barnices, dijo Dávila, "permite ve la alta calidad de conservación del color".
Babelia
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