Calixto Bieito estrena una atrevida versión de "El barberillo de Lavapiés"
Nunca hasta ahora habían subido al escenario del teatro de la Zarzuela drag-queens, punkis, okupas o spice girls. El director Calixto Bieito ha introducido todos estos personajes en El barberillo de Lavapiés que estrena hoy. El director catalán se ha imbuido en la historia de las costumbres madrileñas y en el Lavapiés actual hasta dar con esta puesta en escena que puede sorprender a más de uno. "A veces se piensa que soy un frívolo. No es así", dice Bieito.
Durante las últimas semanas, Calixto Bieito ha paseado y paseado por el barrio de Lavapiés. Cuando lo creía conveniente se entretenía en conversar con los vecinos. Era el trabajo de campo previo al montaje de El barberillo de Lavapiés, la zarzuela de Francisco Asenjo Barbieri y Luis Mariano de Larra con la que el teatro de la Zarzuela inicia un proyecto, que se repetirá cada año, consistente en programar un título dirigido por alguno de los nombres jóvenes más sobresalientes de la escena actual. Cuando Bieito habla de su barberillo introduce referencias a Galdós y a las tradiciones madrileñas del siglo XVIII: se ha empleado a fondo para esta puesta en escena. "La romería de San Eugenio [con la que arranca la función] era la única ocasión en que el rey abría El Pardo y dejaba que la gente comiera bellotas. Todo el mundo sabía que allí se bebía y se follaba. A Galdós le parecía inmoral", comenta Bieito, que también ha introducido en su espectáculo cámaras de televisión que graban lo que ocurre para un reality show. "He hecho lo que me ha apetecido y espero que guste al máximo de público", declara el director.
Pero, por encima de todo, Bieito resalta que se trata de "un espectáculo musical en todo su nivel". "Yo creo que es un espectáculo-espectáculo. Habla del madrileño de ayer, de anteayer y del de hoy. Y todo sublimado por una historia de amor. La conspiración y la política están tratadas con ironía. Lo que realmente me interesa es la ternura del español", expone Bieito.
La escenografía se mueve entre un teatro barroco y el Rastro de hoy. El vestuario sigue la moda del siglo XVIII para saltar a la actual. Lamparilla, el protagonista, que interpreta Jesús Castejón, es para Bieito el español de ahora, el que se toma cañas en un bar. Otro de los personajes, Lope, es en esta versión un niño de la familia Habichuela. Lo que se ha respetado "hasta la última nota" es la música. "El libreto", apunta Bieito, "se ha pulido".
El coreógrafo Ramón Oller, uno de los más importantes nombres de la danza contemporánea española, se ha ocupado de las partes bailadas. Figuran en el reparto Beatriz Lanza, Milagros Martín, Carmen González y Carmen Subrido. La dirección musical es de Miguel Roa.
Este joven director catalán resalta el beso de los dos protagonistas en la escena final. Porque, al fin y al cabo, destaca, es una historia de amor.
El barberillo de Lavapiés, en el teatro de la Zarzuela (Jovellanos, 4; metro Banco). Del 30 de abril al 31 de mayo. Horarios, en cartelera. De 1.200 a 4.500 pesetas.
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