Casi cien años explotando una ruta
Quizá pocos de sus usuarios lo sepan, pero el autobús que une San Sebastián y Tolosa lleva casi cien años realizando la misma ruta. El responsable de esta historia centenaria es el italiano afincado en Guipúzcoa Leonardo Alberto Monigatti, un hombre que, con indudable olfato, solicitó en 1899 la concesión de un tranvía eléctrico entre San Sebastián y Tolosa. Según reflejan los archivos de la empresa, la burocracia no es un invento moderno y hasta 1902, tres años después, no consiguió Monigatti la respuesta del Gobierno, que le concedió la explotación de la ruta durante un periodo de 60 años. El Gobierno Civil de Guipúzcoa, el Ministerio de la Guerra y la Reina Regente María Cristina apoyaron la licencia de explotación de la ruta por el citado plazo. Con este aval, se constituyó en 1904 la Compañía del Tranvía Eléctrico de San Sebastián, que no realizó el viaje inaugural entre la capital guipuzcoana y Tolosa hasta el 27 de agosto de 1912. Alfonso Bastenier, ex director del Ferrocarril de Madrid a Villa del Prado y Almorox, dirigía la compañía, que tuvo problemas financieros para construir la línea, las cocheras, los talleres, los tranvías y la central eléctrica. Poco después, la empresa pasó a manos belgas, que compraron la compañía para abrir una nueva ruta de tranvía entre Biarritz y Tolosa. Este primer intento de cooperación transfronteriza resultó un fracaso, frente a la ruta inicial que ha funcionado sin interrupción desde 1912. Tras explotar más de un año la línea, concretamente el 23 de septiembre de 1913, la compañía emitió 6.000 obligaciones. El capital social era de 1.500.000 pesetas y se repartía en 3.000 acciones de 500 pesetas de oro, como acreditan los documentos de la compañía, con sede actual en Lasarte. Los tranvías, que la empresa compró durante los primeros años a una firma belga, tenían asientos, dos clases diferenciadas y una capacidad para 15 pasajeros. Contaban también con vagones de mercancías, que sirvieron para transportar, por ejemplo, la producción de Cementos Rezola en el barrio de Añorga hasta el puerto de Pasajes, ofreciéndole tracción mecánica. Pese a las inversiones en nuevos coches, la compañía no alcanzó sus optimistas previsiones de tráfico de mercancías y viajeros. En los años treinta, se da un primer paso hacia la modernización, con el inicio del servicio de autobuses. Pero pronto llega la guerra civil y la empresa entra en la mayor crisis de su historia, con la paralización del servicio de autobuses, que fue reemplazado precariamente por un servicio de tranvía. La firma solicitó la primera concesión de trolebuses de tracción eléctrica, para contrarrestar la escasez de combustible y compensar sus pérdidas. El paso al trolebús supuso también un cambio en la titularidad de la empresa, que quedó en manos de la familia Escoriaza, de Zaragoza. Con los nuevos propietarios se produce la modernización del parque móvil de la compañía, que adquirió un coche motor de la serie 900, que fue construido por la compañía La Brugeoise y en 1960 compró una partida de los famosos trolebuses Daimler. Tranvías, trolebuses, trolecamiones y finalmente, autobuses desde 1968, son los vehículos que ha utilizado la compañía donostiarra para conectar la capital guipuzcoana con Tolosa. A un año de cumplir el siglo de que se pidiese la primera concesión, la empresa transporta cada año cerca de 3.200.000 viajeros.
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