"En Madrid se echa de menos una sala como el Olympia de París"
El periodista la sorprende enfrascada en la elaboración de una sopa de farigolas (tomillo), su pócima predilecta para superar los desarreglos propios de la tensión, los viajes y demás servidumbres de la vida acelerada. La imagen retrata bien a esta mujer sensible, de hablar pausado y voz arrobadora, conocedora de una tradición -la del fado- alimentada desde los más profundos pliegues del alma. Hija de padre portugués y madre catalana, antigua noctámbuna capitalina ("viví en la Puerta del Sol y era de las que compraba Ajoblanco a las cuatro de la mañana"), Mísia comenzó cantando en las calles de Oporto y ahora es referencia universal en el arte de la canción portuguesa. Hace un par de semanas estuvo en la Casa de América presentando su último disco, Garras dos sentidos.Pregunta. En cuatro años ha pasado de cantar en la pequeña sala Caracol a merodear los escenarios más importantes de Europa...
Garras dos sentidos está publicado en discos Erato / Warner
Tienda especializada en productos de santería. Calle de Bravo Murillo, 75. Metro Ríos Rosas y Cuatro Caminos.
Respuesta. Sí, en Madrid he ido pasando por la Caracol, el Círculo de Bellas Artes o el María Guerrero, y me encanta que así sea: prefiero hacer el camino poco a poco a que las cosas lleguen de forma brusca. En otoño actuaré en el teatro Albéniz, aunque aquí se echa de menos una sala dedicada a la canción, al estilo de el Olympia en París.
P. Dice la publicidad sobre su nuevo disco: "El fado entra en la new age". ¿Cierto?
R. Esa frase no es de mi autoría, desde luego, pero tampoco asumo otras etiquetas, como "nuevo fado" y cosas así. El fado es el fado, y punto.
P. Entonces, ¿no hay definición posible?
R. La definición más perfecta es la que emana del corazón de las personas que lo escuchan. El fado es un estado del alma.
P. En ese sentido, quizás podamos emparentarlo con el flamenco.
R. Fado, flamenco, blues... Cierto. Todos ellos son géneros que viven de la respiración de cada día, de momentos únicos. El fadista no busca la limpieza de la voz ni los gorgoritos; sólo la emoción.
P. ¿Por qué España ha vivido históricamente de espaldas a nuestros vecinos atlánticos?
R. Porque España siempre ha mirado a Europa y Portugal al mar, de modo que la responsabilidad de esta situación es compartida. Creo que deberíamos actuar no como hermanos, sino como amigos; para eso hay que conocerse, lo que resultaría muy enriquecedor para las dos partes. Claro que las meteduras de pata de la ministra española de Cultura, vanagloriándose de la bravura de Felipe II, no ayudan mucho al entendimiento...
P. ¿Hay algo de lisboeta en Madrid?
R. Lisboa tiene un aire colonial, un poco africano; Madrid es esa ciudad que mata, como dicen ustedes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.