Toreo de verdad
Agosto, en Barcelona, es, taurinamente hablando, un mes que parece gafado, incluso este año, a pesar de los buenos carteles toreros (los toros ya es otra cosa). Pero he aquí que ayer se rompió el maleficio, hubo dos toros que medio metieron la cabeza y delante tenían dos diestros que saben torea.Así que vimos toreo de verdad por obra y gracia de Fernando Cepeda y el debutante José Ignacio Uceda Leal. Hasta los turistas presentes en la plaza acabaron enterándose de lo que estaban viendo.
La corrida tuvo un prólogo y un intermedio con la actuación a caballo de los hermanos Domecq. Luis, con el mansurrón primero, estuvo serio, medido y templado, aunque tomándose alguna ventaja y no consiguiendo calentar al público (el rejón de muerte le cayó muy bajo). Un poco más de codicia tuvo el cuarto y Antonio Domecq supo aprovecharlo. Estuvo vibrante con él, yendo al encuentro de frente y clavando con milimétrica precisión y calentándose ante algunas protestas que a mi juicio estaban fuera de lugar. Las protestas recordaban que un día otro rejoneador ha lidiado un toro en puntas. Noble pero soso Fernando Cepeda lanceó con sabor a su primero, noble, pero un poco sosote. La faena tuvo un buen principio, pero fue a menos y se acabó muy feamente con la espada.
Galache / Hnos
Domecq, Cepeda, UcedaSeis toros de Francisco Galache (dos para rejones), de juego desigual. Luis Domecq, aplausos. Antonio Domecq, ovación. Uceda Leal, nuevo en esta plaza, ovación y aviso con vuelta al ruedo. Media entrada. Plaza Monumental. Barcelona, 23 de agosto.
El quinto, protestado por su flojedad, acabó metiendo bien la cara en la muleta de Cepeda, que hizo una faena que fue a más. Cepeda acabó toreando con mimo, temple y despaciosidad, con finales muy toreros y una excelente estocada arriba. Oreja concedida de manera justísima. Uceda Leal causó muy buena impresión. Su primero tenía muchos problemas y el joven diestro madrileño estuvo muy firme y valeroso con él, aguantando parones y haciendo algo más que justificarse, rematando su seria labor con una excelente estocada.
Y siguió la racha. Al sexto Uceda Lea lo lanceó a la verónica de foma extraordinaria. La faena tuvo mucha verdad, ante un ejemplar bien armado, que se desplazaba, pero que acabó quedándose corto.
Uceda toreó despacio, sosegado, con temple y mano baja. Inteligente en los toques, valeroso y arrimándose de verdad, perdió un más que bien ganado trofeo por causa de seis pinchazos, el último hondo, pero tuvo que dar una muy ovacionada vuelta al ruedo.
Por fín se había roto el maleficio taurino-agosteño barcelonés y habíamos visto toreo del de verdad.
Babelia
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