_
_
_
_
Reportaje:

El disco no ha muerto

A diferencia del heavy metal, otro género de música popular recientemente caído en desgracia, el disco llegó a suscitar un odio activo más que una mera postura defensiva. La voracidad de la prensa especializada y el escarnio público al que fue sometida la música de discoteca hace pensar que la gente se dio cuenta pronto y se asustó de lo fácilmente que se pegaban sus ritmos facilones y sus mensajes de vergonzante superficialidad. Pero, si eso fue así, ¿por qué, hoy día, la banda sonora de Fiebre del sábado noche vuelve a estar en los mostradores destacados de las tiendas de discos, junto a otras recopilaciones de baile? ¿Por qué este año se han mantenido durante meses en las listas de éxitos las nuevas canciones sampleadas de clásicos de discoteca como Gettin" Jiggy wit it, de Will Smith (sacada de He's the greatest dancer), o I'm coming, de Puff Daddy, basada en el tema del mismo título de Diana Ross?A estos éxitos se suman ahora las bandas sonoras de The Last Days of Disco y de 54 (en dos volúmenes), que son recopilaciones de la época. Fiebre del sábado noche acaba de celebrar su 20º aniversario con fiestas y concursos de disfraces de Tony Manero en varios locales de Nueva York. Y en esa ciudad, la emisora de radio KTU, que nació durante los años del disco, sigue siendo ahora una de las más populares con su programación ininterrumpida de música dance clásica y contemporánea.

Más información
El cine revive las noches golfas de Studio 54

Mestizaje y circuito "gay"

La música disco, al menos en su versión americana, nació de la confluencia de tres culturas aparentemente inconexas: el eurotrash, o basura europea de veraneantes alemanes en España, movimiento liderado por la música de baile de Donna Summer y su productor Giorgio Moroder (que hoy día siguen acumulando premios); el mestizaje negro y latino de Nueva York, y el emergente circuito gay de esa ciudad. En 1978, se calcula que las ventas de ese género musical llegaron a 8.000 millones de dólares.Tras el lavado de cara que le dieron Madonna y los británicos Pet Shop Boys en los años ochenta, la música disco sobrevivió en cierta manera y ahora se le llama "música dance". Las palmadas electrónicas, los vientos exuberantes y el bajo cardiaco se han adaptado al paso de los tiempos, pero ese ritmo de baile sigue siendo el ingrediente fundamental de la intrincadísima cultura nocturna de todas las grandes capitales del mundo. Boney M o Patrick Hernández no pasaron la criba a largo plazo. Pero sí lo hicieron grupos como Chic o KC and the Sunshine Band, cuyos temas clásicos todavía pueden llenar la pista de cualquier discoteca al sonido de sus primeros acordes. Y esto es, en el fondo, lo único que importa.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_