"La Prospe" era el extrarradio, allí acababa la realidad"
Juan José Millás es un escritor incesantemente ejerciente. Lo acaba de probar, de nuevo, con la publicación de su última novela, Orden alfabético. En la obra a la luz recién surgida, el escritor valenciano, de 52 años, cuatro décadas ya en Madrid, moviliza lo más fértil de su imaginación y de su vocación por la literatura. A ella dedica todo el tiempo restante del que consagra a su esposa,Isabel, siempre compañera, y a sus hijos, Alejandro y Juan. Millás, de cuyo parecido con el último sha de Persia bromean sus amigos, combina la imaginación de los poetas orientales con el cuajo de los filósofos esteparios. Brota de tal mezcla una personalidad señaladamente literaria. Desde ella, la palabra es la flecha mediante la que el escritor intenta avanzar por entre los densos espacios insondables de la mente. Para lograrlo sortea casi siempre con humor y largueza el abismo de las dobleces eternas, de las sombras inadvertidas, de la siempre acechante rutina, en un trayecto continuo entre realidad y fantasía.Pregunta. ¿Qué desafío afronta en su última obra?
Respuesta. Es una novela fantástica que desemboca en una situación real. Llevaba largo tiempo rondando el género fantástico de un modo lateral y ahora he querido encararme con él de una manera directa.
P. ¿Por qué razón acostumbra identificar relato y lenguaje?
R. Me interesa el hecho de narrar.
P. Cuando muera el paradigma lingüístico que ha presidido la literatura de este siglo, ¿les quedará a ustedes, los escritores, algún otro relato?
R. Aunque parezca que existen contenidos, en la realidad sólo hay formas.
P. ¿Qué importancia adquiere la ciudad en sus obras?
R. Mucha. La ciudad es para mí un territorio mítico. Me sucede una cosa curiosa: en mis escritos invento calles o parajes que no existen, que no están en el callejero. Pero jamás nadie me ha escrito para recordarme que esos sitios que cito no están donde yo digo.
P. ¿Qué interpretación le atribuye a ello?
R. Si las cosas que de Madrid digo las dijera de Salamanca, por ejemplo, ya me habrían apedreado varias veces o, presumiblemente, me habrían declarado persona non grata. Pero aquí no nombran a nadie persona non grata, ni siquiera hijo predilecto; además, ya hay aquí calles que jamás conoceremos ni recorreremos. Por todo, creo firmemente que Madrid no existe.
P. El barrio de Prosperidad, donde vivió la adolescencia, ¿tampoco existe?
R. Bueno, la Prospe era otra cosa. Era el extrarradio.Allí acababa la realidad.
P. ¿Vive desde entonces al borde de la realidad?
R. Sí. Para mí, eso es la literatura.
Orden alfabético. Editorial Alfaguara. 2.400 pesetas.
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